por Hernando Calla*
“El
doblepensar […] es el empleo del engaño consciente, conservando a la vez la
firmeza de propósito que caracteriza a la auténtica honestidad. Decir mentiras
a la vez que se cree sinceramente en ellas, olvidar todo hecho que no convenga
recordar, y luego, cuando vuelva a ser necesario, sacarlo del olvido sólo por
el tiempo que convenga, negar la existencia de la realidad objetiva sin dejar
ni por un momento de saber que existe esa realidad que se niega..., todo esto
es indispensable.”
George Orwell, "1984"
Entre agosto
y septiembre de 2019, miles de incendios forestales se propagaron
principalmente en los departamentos de Santa Cruz y Beni, particularmente en
bosques y otras tierras forestales de la Chiquitania, resultando en más de 3
millones de hectáreas quemadas sólo en Santa Cruz [1] con pérdidas inconmensurables de especies vegetales
que ardieron durante semanas y de animales que murieron calcinados junto a otras formas de vida silvestre propia de estos bosques secos chiquitanos.
Aparte de la magnitud enorme
del desastre ambiental, la indignación de la opinión pública nacional fue mucho
mayor cuando se enteró de que el gobierno había aprobado desde 2013 una serie
de leyes y decretos que fomentan la agricultura de tala y quema para la
ampliación de la frontera agrícola por parte de los intereses agroindustriales,
grandes ganaderos y nuevos asentamientos de colonizadores “interculturales”. A
principios de octubre, enormes cabildos en las ciudades del eje central
responsabilizaron a dichas leyes y políticas deforestadoras del gobierno por
los desastres en la Chiquitanía, pidiendo su inmediata abrogación. Sin embargo,
hasta hoy el gobierno de Morales se ha negado a abrogar la ley 741 y el decreto
supremo 3973, normas clave que están en la mira de los activistas ambientales y
defensores de los bosques. En cambio, el gobierno ha afirmado que los
incendios fueron provocados por los fuertes vientos de la estación y la
sequedad del ambiente, producto a su vez del cambio climático global, que sería
el principal culpable de los peores incendios de que se tenga memoria.
Lo más
grave fue que, a pesar del consenso general en la necesidad de que el gobierno
central declare desastre nacional para facilitar la llegada masiva de ayuda
internacional, el gobierno de Morales se negó finalmente a adoptar dicha medida
hasta el día de hoy, limitándose a aceptar la ayuda puntual que le ofrecieron
algunos países. Además, el oficialismo aprovechó la tragedia con fines proselitistas a través de una
performance mediática para dar la impresión de que el propio Presidente se
involucraba en las tareas de los bomberos que sofocaban los focos de incendios,
supuestamente de manera rápida y efectiva.
A fines de
septiembre, mientras los incendios descontrolados aún seguían haciendo estragos,
Evo Morales viajo a Nueva York para participar en en el foro “Alianza por los bosques
tropicales”, como antesala a la 74º sesión de la Asamblea General de las
Naciones Unidas, donde declaró que “la situación [de los incendios en la
Chiquitanía] está controlada pues la respuesta [de mi gobierno] fue rápida y
efectiva”.[2]
El desastre
ambiental de los incendios forestales provocados y su descarada negación y
encubrimiento en el foro de la ONU permiten aplicarle a su gobierno, próximo a
su fin este 20 de octubre 2019, el concepto de doblepensar que imaginó
George Orwell en su novela “1984” para retratar la siniestra imagen de un
régimen totalitario.
En la
novela de Orwell, el doblepensar es el “control de la realidad” que cada
cuadro del Partido debe ejercitar en su cabeza para que ésta no traicione la
historia oficial que, en cualquier momento, puede dictaminar cuál es la verdad
inalterable sobre el pasado o el futuro. Un control que solamente se adquiere a
través del permanente ejercicio del doblepensar, aquella práctica mental,
difundida entre los miembros del Partido, para “... sostener simultáneamente
dos opiniones sabiendo que son contradictorias y creer sin embargo en ambas”.
La
falsificación de la realidad que conlleva este control requiere una práctica permanente,
por los cuadros del Partido, del arte de “‘recordar’ que los acontecimientos
ocurrieron de la manera deseada” y “de ‘olvidar’ que se ha hecho esto”. Orwell
describe este “arte” con mucha precisión: “... El doblepensar […] es el empleo
del engaño consciente, conservando a la vez la firmeza del propósito que caracteriza
a la auténtica honestidad. Decir mentiras a la vez que se cree sinceramente en
ellas, olvidar todo hecho que no convenga recordar, y luego, cuando vuelva a
ser necesario, sacarlo del olvido sólo por el tiempo que convenga, negar la
existencia de la realidad objetiva sin dejar ni por un momento de saber que
existe esa realidad que se niega..., todo esto es indispensable.”[3]
Un investigador
bolivianista ya publicó en francés un ensayo de aplicación de la metáfora orwelliana del doblepensar para intentar comprender la actuación del
gobierno del Evo Morales en el caso del TIPNIS, permitiéndole desnudar la
duplicidad del gobierno MASista en materia de política de derechos de los
indígenas y el medio ambiente, así como su utilización de un lenguaje estereotipado
llevado a límites extremos.[4]
Veamos ahora
cómo se devela el doblepensar del gobierno del “Estado plurinacional” en el
caso de los incendios de la Chiquitania, contrastando la legislación forestal
de los últimos años y el discurso de Evo Morales en el foro de la ONU este año.
Desde 2015
hasta julio de 2019 inclusive, el gobierno aprobó una serie de leyes y decretos
de ampliación de la frontera agrícola que autorizaban la "quema controlada" y el desmonte de hasta 20
hectáreas por familia en propiedades individuales y colectivas, pequeñas o
grandes, que tenían como “finalidad, ampliar la producción de alimentos de
origen agropecuario para garantizar la Soberanía y Seguridad Alimentaria”.
(Art. 2, Ley No. 741 de 29 Sept. 2015)
Al mismo
tiempo, como en todos los foros anteriores sobre el cambio climático y la
crisis ambiental global, Evo Morales reiteró en Nueva York la supuesta
necesidad de “… avanzar [atacando] las causas estructurales que provocaron la
crisis climática. El sistema capitalista busca la ganancia sin límite,
establece el divorcio del ser humano con la naturaleza y la lógica de
dominación del hombre sobre la naturaleza”, y terminó añadiendo que “Bolivia
está comprometida en la lucha contra el cambio climático, bajo el principio del
multilateralismo y la no mercantilización de los bosques”.[5]
Como lo advirtieron
muchos analistas y la opinión pública informada, esas dos posturas son
mutuamente contradictorias y excluyentes ya que la materialización de las leyes
de ampliación de la frontera agrícola implica una desforestación acelerada y el
enorme riesgo de incendios incontrolables que terminarán quemando aún mayores extensiones de bosques, áreas forestales y reservas naturales. Las
implicaciones a largo plazo son la destrucción de ecosistemas enteros y
finalmente la liquidación del medio ambiente y los modos de vida de pueblos
indígenas que aún sobreviven en dichos ecosistemas. Y todo ello a nombre de ¡la
no mercantilización de los bosques!
Sin
embargo, si estos discursos/pensamientos contradictorios se los repite/reitera
continuamente, la contradicción termina por volverse banal. Al estar destinados
a negar la realidad con una versión exactamente contraria, acaban por paralizar
la razón y el sentido crítico de cualquiera, y aunque saben que se les está
mintiendo descaradamente, las personas terminan sumidas en un sentimiento de
impotencia ante tanto desparpajo sancionado oficialmente a los niveles más altos
de gobierno y ante los principales organismos multilaterales.
Pero si Evo
Morales es el principal emisor de este discurso internacional de respeto a la
Pachamama y condena al capitalismo que es totalmente contradictorio con las
leyes aprobadas por gobierno del MAS durante sus sucesivas gestiones, a nivel
interno estas políticas y normas las tienen que expresar y defender los demás
funcionarios de gobierno, el vicepresidente Álvaro García Linera en particular.
Su más reciente declaración evidencia justamente la patente esquizofrenia
gubernamental que analizamos, pues desde que el cabildo en Roboré, el reciente cabildo
cruceño y otros multitudinarios en otras capitales denunciaron las leyes y decretos depredadores de
la Chiquitanía, el gobierno no había respondido todavía claramente, aunque finalmente lo
hizo a través del Vicepresidente ¡quien acaba de salir abiertamente en defensa
del “modelo de desarrollo cruceño”!
En una
entrevista reciente, al evaluar las implicaciones del cabildo cruceño y otras voces que critican a las elites cruceñas, García Linera declaró "nosotros somos defensores del modelo de
desarrollo cruceño y lo digo abiertamente". Para el Vice, los temas
ambientales serían un aditamento que le falta al modelo de desarrollo cruceño o
“un componente más”, pero que no justifica la condena de la agroindustria y
ganadería extensiva cruceñas, ni la satanización de su modelo capitalista… ¡el
mismo que aparece en el discurso contradictorio del propio presidente!
Al doblepensar
del gobierno que de ningún modo le inquieta al jefazo, se añade la mentira descarada
al que se ve obligado desde siempre tanto él (p. ej. para tapar el tráfico de
influencias producto de su affaire con la Zapata) como los demás funcionarios
de gobierno (el vice y otros ministros mintieron desvergonzadamente intentando
cubrir a Evo de las implicaciones del affaire). Y se comprende mejor esta
empresa de alteración sistemática de la realidad y este afán de liberación de
toda regla moral, cuando se cae en cuenta de que forman parte del núcleo de su
estrategia de mantenerse en el poder para siempre (aunque digan y
repitan ad nauseam “que sea el pueblo el que decida" si se quedan o se van)
Ante el desastre
nacional de los incendios forestales en la Chiquitanía, volvió a desplegarse en
todo su cinismo e impostura el doblepensar del gobierno del MAS y su presidente
como supuesto campeón del medioambiente y la Pachamama. Su doble rostro muestra un “Hermano Evo” más bien depredador de la Naturaleza.
* El autor es traductor/editor independiente
[1] Ver en Informe Especial sobre
los incendios forestales en la Chiquitania en web de Fundación Tierra: http://ftierra.org/
[3] George Orwell, “1984”. España:
Editorial El Destino, 1966
Gracias querido Nano por tu análisis y destacar el concepto recogido por Lavaud para "entender" la esquizofrenia política de Morales bajo el concepto del "doble pensar" orwelliano que puede ayudar ciertamente. De hecho, creo que estamos ante el desafío ineludible de explicarnos por qué un dirigente indígena encumbrado como representante de la "reserva moral del planeta" ha sido el artífice de la mayor depredación de nuestro territorio en la historia de Bolivia. Mi hipótesis es que la alianza férrea entre mercado, poder y patriarcado construyen una subjetividad política esquizoide, desconectada de la realidad, incapaz de "sentir pensar" que es justamente el "otro lado" del que Morales se alejó en su vértiginoso ascenso al poder y su impunidad. Te comparto un artículo mío sobre los incendios de la Chiquitanía donde insisto en ese desafío: https://www.entrepueblos.org/news/la-vida-en-llamas/
ResponderEliminarGracias por tu aporte!. Va un abrazo