COMPARTIDO EN MARZO DE 2024, A 44 AÑOS DEL ASESINATO DE LUIS ESPINAL
por Hernando Calla (texto inédito, 7 de enero de 1978) *
Alguien ha
dicho que la huelga de hambre es el único medio de presión con que cuentan los
bolivianos para reclamar por sus legítimos derechos: el derecho a caminar
libremente en su propia tierra, el derecho al trabajo, el derecho a la palabra,
es decir, a la política, en fin, el derecho a una vida digna libre de los
abusos y arbitrariedades de los poderosos. Si es así, hemos de preocuparnos por
reivindicarla para que se convierta en un instrumento verdaderamente eficaz de
presión moral y política en una situación como la nuestra en que se han anulado
los procedimientos legales y políticos, y los individuos e instituciones se ven
perseguidos y desterrados por reclamar la vigencia de estos procedimientos [el estado
de derecho].
Son pertinentes
algunas consideraciones acerca de la huelga de hambre [de 1977-78 en Bolivia].
Ha sido un síntoma de desprestigio en que se encuentra esta última el hecho de
que un obispo se haya, a su vez, desprestigiado insinuando un festín de
salteñas entre los huelguistas. Se aprovecharon de esto después los “fachos” y
amarillos para caricaturizar de varias maneras el “alto contenido calórico” de
la dieta de los huelguistas (ver caricaturas de Rod Bal de El Diario, Confucio
de Hoy, etc.) Parece que por muy honestamente que uno quiera enfrentar este
ayuno voluntario, aunque políticamente motivado, la huelga de hambre tiene antecedentes
que posibilitan fácilmente los intentos de desprestigiarla.
Y es que
quizá hacen falta ciertos criterios sobre las calorías permitidas en una huelga
de hambre verdadera. La tecnología moderna ha complicado el problema: es
posible que el obispo arriba mencionado haya “metido la pata” con lo de las salteñas,
pero también es posible que no se haya equivocado en cuanto a las equivalencias
calóricas de las salteñas; paradójicamente, es posible tener una huelga de
hambre “multivitamínica” como comprobamos los del “grupo de Presencia” [2do
piquete de huelga organizado por la APDHB] por los frascos que nos llegan con
píldoras y cápsulas de todo color. Aún no sabemos si es que tales vitaminas son
meras “estimulantes del apetito” (¡!) como se leía en uno de los frascos (¡lo
cual nos asustó!), si son dañinas cuando no se ingieren con otros alimentos
(como lo es el cigarrillo que igual hace daño aun con alimentos, nos dicen), o
sin son substitutos verdaderos de las comidas, lo cual por supuesto haría mofa
de la huelga (alguien mencionó los “pollos en cápsula” que le pegan los
astronautas).
Hay que
averiguar también acerca de las medicinas. Se sabe que muchos remedios tienen
efectos colaterales dañinos para la salud, y es posible que en una huelga de
hambre sean aún más dañinos. Sugiero que aquellos que hayan tenido problemas de
nauseas, dolores de cabeza y otros a causa de ingerir ciertos remedios
(aspirinas, anticíclicos, etc.) anoten sus experiencias para que sirvan de
orientación a otros huelguistas y también para otras huelgas en el futuro.
Leí en un
libro que el hombre necesita unas 2.500 calorías diarias. Es posible que las clases
populares con la precaria alimentación que tienen, no llegan a ese promedio
saludable. También es probable que los del grupo de Presencia estemos en un
mejor estado de nutrición y salud, y por lo tanto podamos aguantar más y con
menos debilitamiento la huelga de hambre que otros grupos de mineros,
campesinos, etc. O es posible que ocurra precisamente lo contrario ya que ellos
en realidad hacen huelga de hambre todo el tiempo; como decían las señoras
mineras respecto a su situación antes de empezar la huelga: “es preferible
hacer huelga de hambre aquí que pasar hambre con nuestros hijos sin que a nadie
le importe en nuestras casas”. Las diferencias de clase también aparecen en las
huelgas de hambre, por lo visto.
Otro aspecto
en este sentido lo pudimos ver en los “dulces” (recomendados por “conocedores”
en huelgas). Vimos en nuestro grupo que nos llegaban, por medio de familiares y
amigos, caramelos importados muy substanciosos, muy ricos y también muy bien “empaquetados”.
Suponemos que en otros grupos llegan más los dulces “por metros” de industria
nacional y que por supuesto son mucho más baratos. Algo paradójico: hemos
escuchado que algunos compañeros cogieron una enfermedad muy rara para una huelga
de hambre: la “hiperglicemia” o sobredosis de azúcar en la sangre. Puede ser
que sean casos donde ya exista una predisposición para enfermarse así, pero
puede haber ocurrido también que… ¡se haya ingerido muchos dulces! En fin, aquí
en el grupo hemos decidido no comer caramelos para que nuestra huelga de hambre
no sea tan “dulce”, y ojalá se volviera una regla para darle un mayor prestigio
a la huelga de hambre.
Así y todo,
los médicos nos dicen que el azúcar es importante para la sangre, hay que
averiguar en este sentido cuál es el mínimo indispensable. Es posible que el
azúcar en los líquidos: café, té, mate, sea suficiente. La miel también nos
parece que contradice a la idea de una huelga de hambre. Se puede argüir contra
esto que lo esencial en una huelga no es “morir de hambre” sino “hambrear por
más tiempo” hasta que la situación se haga insostenible para el gobierno. Un amigo
visitante nos sorprendió aconsejándonos, en nuestro 7mo día de huelga, que era
hora de que “alguno de nosotros dejara de comer para que hubiera bajas y así poder
dramatizar la cosa para la opinión pública” (¡!). O bien la sugerencia era que “alguno
de nosotros se cortara el agua”.
Al
contrario, no vemos la necesidad de adoptar tácticas de algunas “comidas”
dentro de una huelga de hambre. La inclinación del grupo es a la honestidad
con el hambre y a decidir colectivamente cuestiones radicales como “cortarse
el líquido totalmente para todos”. No sabemos aún, estamos en nuestro 8vo día
de huelga y desde hoy tomamos sólo líquidos con azúcar (nada de dulces) hasta
que decidamos otra cosa más radical.
Nota [post
huelga, como otros textos entre corchetes]: Quizá lo que los huelguistas tienen
que procurarse de cualquier manera es agua abundante tanto para tomar como para
lavarse, cuando uno no se alimenta por la boca lo hace por los poros. Y
finalmente aire fresco, las ventanas bien abiertas y evitando que se concentre
el aire viciado y el humo de los cigarrillos.
*Hernando
Calla es presidente de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de La Paz, testimonio inédito/reflexiones en la huelga de
hambre de 1977-78
No hay comentarios:
Publicar un comentario