Por Hernando Calla (2013)
Antes de la
crítica al desarrollo propiamente
dicho, la crítica al crecimiento económico la inició oficialmente el Informe
“Los límites al crecimiento” del “Club de Roma” (1972) cuya versión simple
tenía como base un modelo de las tendencias en el uso de los recursos del
planeta (y sus efectos secundarios) y sus cruces con el crecimiento de la
población mundial (capacidad de carga del planeta).
El análisis
incorporó las tendencias de crecimiento
de 5 fenómenos interrelacionados en el tiempo y su proyección futura: la
producción industrial, el crecimiento de la población, la producción de
alimentos (o desnutrición creciente), el agotamiento de los recursos no
renovables y la contaminación ambiental.
La
conclusión del Informe: si no se frena rápidamente la producción industrial y
el crecimiento de la población mundial, ambas tendencias “chocarán” provocando
un colapso (caída abrupta de ambos) dentro de los próximos 100 años; en otras
palabras, la humanidad se habrá chocado con los límites al crecimiento.
Incluso
duplicando los recursos disponibles o reduciendo considerablemente la población
solo difiere para más adelante lo inevitable (el colapso)
Fue uno de
los primeros informes globales en hablar de una “condición” (no decía “desarrollo”)
de equilibrio global ecológico y
económico “sostenible” a futuro (esta idea de un posible equilibrio global contrasta con la idea de un crecimiento
infinito)
Sin
embargo, el Informe concebía este “equilibrio global” en términos de una
reducción de la producción industrial de bienes, pero proponiendo a cambio ¡un
crecimiento ilimitado en la producción de servicios!
Extraigo
algún párrafo relevante:
“La
población y el capital son las únicas cantidades que necesitan ser constantes
en el estado de equilibrio. Cualquier actividad humana que no requiera un gran
flujo de recursos irremplazables o produzca una grave degradación ambiental podría continuar creciendo indefinidamente.
En particular, esos emprendimientos que muchas personas catalogarían como las
actividades más deseables y satisfactorias del hombre – la educación, arte,
música, religión, investigación científica básica, atletismo e interacciones
sociales – podrían florecer”.
Esto es
importante pues, como veremos más adelante, Iván Illich cuestionó esta supuesta
salida del impasse al crecimiento de la producción de bienes industriales
mediante el crecimiento “ilimitado” de los servicios (mercancías inmateriales),
pero antes veamos algunas implicaciones del hecho de no haber atendido las
advertencias premonitorias del Informe del Club de Roma.
Algunas críticas a “Los límites...” y su
reivindicación actual
Si bien el
Informe tuvo repercusión mundial, no llegó a influir en una toma de decisiones
de nivel político que pudiera frenar, menos aún detener, el crecimiento
económico que se ha convertido en uno de los pilares sagrados de las sociedades
contemporáneas. El Informe supuestamente:
- Subestimó
la capacidad del cambio tecnológico para incrementar la provisión de alimentos
y recursos
- Subestimó
la capacidad de adaptación del comportamiento humano en respuesta a la escasez
y los mayores precios de los recursos.
Sin
embargo, 40 años más tarde, las implicaciones de un crecimiento descontrolado
de la economía siguen vigentes:
- las
invenciones tecnológicas (ej. energía nuclear) resuelven unos problemas,
creando otros mayores (peligro de fugas de radioactividad)
- la
capacidad de adaptación ahora requeriría un múltiplo de las inversiones
económicas para prevenir y contrarrestar la consecuencias del cambio climático
- el cambio
climático podría ser el principal fenómeno de evidencia incontrastable de “los
límites del crecimiento”.
Los Informes sobre el “cambio climático”
El Informe
del Club de Roma no tenía aún un diagnóstico y anticipaciones sobre el llamado
“cambio climático” o el calentamiento global.
Los
informes del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático auspiciado por la ONU , son un análogo de este
primer Informe sobre los límites de la biosfera al crecimiento industrial.
Extraigo
algunas conclusiones de estos últimos informes del IPCC:
"Hay
una confiabilidad muy elevada de que el efecto neto de las actividades humanas
desde 1750 ha
sido uno de calentamiento (2.2). La mayor parte del incremento registrado en
las temperaturas promedio globales desde mediados del siglo XX se debe muy
probablemente al incremento registrado en las concentraciones de GEI (Gases de
Efecto Invernadero) antropogénicos. Es probable que haya ocurrido un
significativo calentamiento antropogénico durante los últimos 50 años
promediado para cada continente (excepto la Antártida) (2.4).
Las
emisiones globales de GEI provenientes de las actividades humanas se han
incrementado desde tiempos pre-industriales, con un incremento del 70% entre
1970 y 2004 (2.1)
Las
concentraciones atmosféricas globales de CO2, metano (CH4) y óxido nitroso
(N2O) se han incrementado marcadamente como resultado de actividades humanas
desde 1750 y ahora exceden de lejos a los valores pre-industriales determinados
a partir de núcleos de hielo (ice cores)
que (corresponden a períodos que) cubren muchos miles de años. (2.2)
El efecto invernadero
Comentario
sobre el efecto invernadero: ¿alguien podría explicar de qué se trata o si es
algo intrínsecamente negativo?
Copio la
siguiente explicación de algún sitio web:
“Los
científicos han sabido del efecto invernadero desde 1824, cuando Joseph Fourier
calculó que la Tierra
sería mucho más fría si no tuviera atmósfera. Este efecto invernadero es lo que
permite que el clima terrestre sea vivible (soportable). Sin él, la superficie
de la Tierra
sería unos 60 grados Fahrenheit más frío (unos 18 grados centígrados bajo cero).
En 1895, el químico sueco Svante Arrhenius descubrió que los seres humanos
podían ampliar el efecto invernadero produciendo dióxido de carbono, un gas de
invernadero. Dio así la señal de partida a 100 años de investigaciones sobre el
clima que nos han dado una comprensión sofisticada del calentamiento global”.
Y si
quisiéramos hacer el intento de entender el fenómeno físico mismo, les copio un
resumen del artículo de la Enciclopedia Británica que encontré en un texto de Jean Robert:
“Al
penetrar en la atmósfera, la luz solar está predominantemente compuesta de
ondas de amplitud corta y mediana (rayos ultravioleta invisibles y luz
visible). Al alcanzar la superficie de la tierra, estas ondas son en gran parte
absorbidas por cuerpos opacos y son transformadas en calor. Al calentarse,
estos cuerpos irradian a su vez rayos infrarrojos, que son ondas invisibles de
larga amplitud. En el camino de regreso hacia el espacio exterior, estas ondas
largas chocan con moléculas “grandes” de ciertos gases disueltos en el aire
(por ejemplo, las moléculas de agua y de dióxido de carbono, que son más
grandes que las moléculas de nitrógeno y oxígeno, principales constituyentes
del aire) y las hacen vibrar, lo cual equivale a decir que las calientan. En
pocas palabras: los cuerpos opacos de la superficie transforman las ondas
cortas y medianas en ondas largas absorbidas como calor por las “moléculas
grandes” de ciertos gases. Estos gases de “moléculas grandes” son los que se
llaman los gases de invernadero…”
Veamos qué
dice otro amigo mexicano conocedor del tema:
“El llamado
Efecto de Invernadero tampoco es algo nuevo. De hecho, es tan viejo o más que
la vida en el planeta Tierra, pues ésta nació a partir de que la Tierra lo tuvo. Sí, una vez
que el planeta amainó en su hiperactividad inicial pletórica de gigantescas
erupciones volcánicas y una vez que la corteza terrestre originalmente líquida
e ígnea se solidificó, tras cientos de millones de años, la combinación de agua
líquida y su vapor gaseoso por el calor, le formaron una especie de “cobija”
que por ser el vapor de agua –así como el bióxido de carbono o el metano- gases
que son menos transparentes a las radiaciones de calor infrarrojas (como el
calor que deja la insolación cada día en el suelo y la atmósfera). Ese calor
que ya no escapaba tanto al absorbente térmico que es la negrura nocturna del
espacio interplanetario, ese calor residual que permitía que las noches no
fueran tan heladas (como lo son las del desierto con su aire tan seco) fue uno de los factores que alentaron primero
y luego permitieron la vida y su desarrollo
durante los milenios que siguieron. Es decir, sin ese “Efecto de
Invernadero” primigenio, la vida no se hubiera desarrollado” (José Arias, 2008)
O bien más
sencillamente apuntado por Jean Robert, el amigo de Iván Illich:
“El
principal gas de invernadero es el vapor de agua disuelto en el aire. Gracias a
su capacidad de absorber los rayos infrarrojos, la atmósfera tiene una
temperatura promedio de 15 grados centígrados sobre cero en vez de 18 grados
bajo cero que tendría sin ella. Después del vapor de agua, el dióxido de
carbono (CO2) es el gas de invernadero más abundante. Sin embargo, a diferencia
del vapor de agua, una parte creciente del dióxido de carbono es producida por
la acción humana, ya que todos los procesos de combustión, naturales e
industriales, lo emiten…” (Jean Robert, 2000)
¿Algo bueno que se vuelve malo?
Ahora bien,
si el efecto de invernadero en sí es benéfico, ¿por qué se habla de él como el
causante de un calentamiento global que tiene consecuencias negativas?
Por lo
visto, se trata de un “efecto de invernadero” adicional provocado por las
“actividades humanas” relacionadas con la “revolución industrial” que empezó a
provocar un aumento de las emisiones de CO2 (uno de los gases de efecto
invernadero) ya desde mediados del siglo XIX al punto que “Los límites...”
anticipan que hacia mediados de este siglo la cantidad de CO2 en la atmósfera
se habrá duplicado respecto a su nivel hace 2 siglos (Otros gases de efecto
invernadero cuyas emisiones han aumentado con el crecimiento económico son el
metano CH4 y los clorofluorocarbonos CFC).
“Este
[efecto invernadero] ha provocado, primero, un casi imperceptible pero
determinante calentamiento global, que a su vez, es el motor del actual y cada
vez más claro desequilibrio del clima que vivimos en todo el planeta, que da
cada vez más constancia de él a través de las acentuadas sequías o
inundaciones, del incremento en el número y la intensidad de tormentas y ciclones,
en la pérdida de la cubierta de hielo acentuadísima y notoria tanto en los
glaciares de las montañas como en los casquetes polares que van disminuyendo a
la vista y también en efectos como el incremento de los “hoyos en la capa de
ozono” de ambos hemisferios (algo más en el Sur) y todo lo que ello conlleva:
incremento de cáncer de la piel, cataratas y ceguera en humanos y animales,
cambios genéticos en animales y plantas y más calor que llega al suelo
terráqueo..” (José Arias, 2008)
Se podría
entonces decir que el “efecto invernadero”, más allá de ciertos límites (cierta
cantidad de vapor de agua H2O, CO2 y otros que se corresponden con los 15 ºC de temperatura
promedio de la atmósfera terráquea), se vuelve negativo al provocar una serie
de desequilibrios en el clima terrestre que son cada vez más perceptibles por
los sentidos.
¿Si algo es
bueno, más de lo mismo no es mejor? Mèden
agan, decía la Pitia de Delfos, nada en exceso; toda cosa buena sólo lo es
en su justa medida, según su justa proporción, dentro de determinados
límites...este es uno de los principales leit
motifs en la obra de Iván Illich que, sin embargo, sobrepasan la intención
de estos apuntes sobre “Los límites al crecimiento” del Club de Roma (1972).
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