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miércoles, 16 de octubre de 2019

Del Hermano Evo su doble rostro


por Hernando Calla*

“El doblepensar […] es el empleo del engaño consciente, conservando a la vez la firmeza de propósito que caracteriza a la auténtica honestidad. Decir mentiras a la vez que se cree sinceramente en ellas, olvidar todo hecho que no convenga recordar, y luego, cuando vuelva a ser necesario, sacarlo del olvido sólo por el tiempo que convenga, negar la existencia de la realidad objetiva sin dejar ni por un momento de saber que existe esa realidad que se niega..., todo esto es indispensable.” George Orwell, "1984"

Entre agosto y septiembre de 2019, miles de incendios forestales se propagaron principalmente en los departamentos de Santa Cruz y Beni, particularmente en bosques y otras tierras forestales de la Chiquitania, resultando en más de 3 millones de hectáreas quemadas sólo en Santa Cruz [1] con pérdidas inconmensurables de especies vegetales que ardieron durante semanas y de animales que murieron calcinados junto a otras formas de vida silvestre propia de estos bosques secos chiquitanos.

Aparte de la magnitud enorme del desastre ambiental, la indignación de la opinión pública nacional fue mucho mayor cuando se enteró de que el gobierno había aprobado desde 2013 una serie de leyes y decretos que fomentan la agricultura de tala y quema para la ampliación de la frontera agrícola por parte de los intereses agroindustriales, grandes ganaderos y nuevos asentamientos de colonizadores “interculturales”. A principios de octubre, enormes cabildos en las ciudades del eje central responsabilizaron a dichas leyes y políticas deforestadoras del gobierno por los desastres en la Chiquitanía, pidiendo su inmediata abrogación. Sin embargo, hasta hoy el gobierno de Morales se ha negado a abrogar la ley 741 y el decreto supremo 3973, normas clave que están en la mira de los activistas ambientales y defensores de los bosques. En cambio, el gobierno ha afirmado que los incendios fueron provocados por los fuertes vientos de la estación y la sequedad del ambiente, producto a su vez del cambio climático global, que sería el principal culpable de los peores incendios de que se tenga memoria.

Lo más grave fue que, a pesar del consenso general en la necesidad de que el gobierno central declare desastre nacional para facilitar la llegada masiva de ayuda internacional, el gobierno de Morales se negó finalmente a adoptar dicha medida hasta el día de hoy, limitándose a aceptar la ayuda puntual que le ofrecieron algunos países. Además, el oficialismo aprovechó la tragedia con fines proselitistas a través de una performance mediática para dar la impresión de que el propio Presidente se involucraba en las tareas de los bomberos que sofocaban los focos de incendios, supuestamente de manera rápida y efectiva.

A fines de septiembre, mientras los incendios descontrolados aún seguían haciendo estragos, Evo Morales viajo a Nueva York para participar en en el foro “Alianza por los bosques tropicales”, como antesala a la 74º sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde declaró que “la situación [de los incendios en la Chiquitanía] está controlada pues la respuesta [de mi gobierno] fue rápida y efectiva”.[2]

El desastre ambiental de los incendios forestales provocados y su descarada negación y encubrimiento en el foro de la ONU permiten aplicarle a su gobierno, próximo a su fin este 20 de octubre 2019, el concepto de doblepensar que imaginó George Orwell en su novela “1984” para retratar la siniestra imagen de un régimen totalitario.

En la novela de Orwell, el doblepensar es el “control de la realidad” que cada cuadro del Partido debe ejercitar en su cabeza para que ésta no traicione la historia oficial que, en cualquier momento, puede dictaminar cuál es la verdad inalterable sobre el pasado o el futuro. Un control que solamente se adquiere a través del permanente ejercicio del doblepensar, aquella práctica mental, difundida entre los miembros del Partido, para “... sostener simultáneamente dos opiniones sabiendo que son contradictorias y creer sin embargo en ambas”.

La falsificación de la realidad que conlleva este control requiere una práctica permanente, por los cuadros del Partido, del arte de “‘recordar’ que los acontecimientos ocurrieron de la manera deseada” y “de ‘olvidar’ que se ha hecho esto”. Orwell describe este “arte” con mucha precisión: “... El doblepensar […] es el empleo del engaño consciente, conservando a la vez la firmeza del propósito que caracteriza a la auténtica honestidad. Decir mentiras a la vez que se cree sinceramente en ellas, olvidar todo hecho que no convenga recordar, y luego, cuando vuelva a ser necesario, sacarlo del olvido sólo por el tiempo que convenga, negar la existencia de la realidad objetiva sin dejar ni por un momento de saber que existe esa realidad que se niega..., todo esto es indispensable.”[3]

Un investigador bolivianista ya publicó en francés un ensayo de aplicación de la metáfora orwelliana del doblepensar para intentar comprender la actuación del gobierno del Evo Morales en el caso del TIPNIS, permitiéndole desnudar la duplicidad del gobierno MASista en materia de política de derechos de los indígenas y el medio ambiente, así como su utilización de un lenguaje estereotipado llevado a límites extremos.[4]

Veamos ahora cómo se devela el doblepensar del gobierno del “Estado plurinacional” en el caso de los incendios de la Chiquitania, contrastando la legislación forestal de los últimos años y el discurso de Evo Morales en el foro de la ONU este año.

Desde 2015 hasta julio de 2019 inclusive, el gobierno aprobó una serie de leyes y decretos de ampliación de la frontera agrícola que autorizaban la "quema controlada" y el desmonte de hasta 20 hectáreas por familia en propiedades individuales y colectivas, pequeñas o grandes, que tenían como “finalidad, ampliar la producción de alimentos de origen agropecuario para garantizar la Soberanía y Seguridad Alimentaria”. (Art. 2, Ley No. 741 de 29 Sept. 2015)

Al mismo tiempo, como en todos los foros anteriores sobre el cambio climático y la crisis ambiental global, Evo Morales reiteró en Nueva York la supuesta necesidad de “… avanzar [atacando] las causas estructurales que provocaron la crisis climática. El sistema capitalista busca la ganancia sin límite, establece el divorcio del ser humano con la naturaleza y la lógica de dominación del hombre sobre la naturaleza”, y terminó añadiendo que “Bolivia está comprometida en la lucha contra el cambio climático, bajo el principio del multilateralismo y la no mercantilización de los bosques”.[5]

Como lo advirtieron muchos analistas y la opinión pública informada, esas dos posturas son mutuamente contradictorias y excluyentes ya que la materialización de las leyes de ampliación de la frontera agrícola implica una desforestación acelerada y el enorme riesgo de incendios incontrolables que terminarán quemando aún mayores extensiones de bosques, áreas forestales y reservas naturales. Las implicaciones a largo plazo son la destrucción de ecosistemas enteros y finalmente la liquidación del medio ambiente y los modos de vida de pueblos indígenas que aún sobreviven en dichos ecosistemas. Y todo ello a nombre de ¡la no mercantilización de los bosques!

Sin embargo, si estos discursos/pensamientos contradictorios se los repite/reitera continuamente, la contradicción termina por volverse banal. Al estar destinados a negar la realidad con una versión exactamente contraria, acaban por paralizar la razón y el sentido crítico de cualquiera, y aunque saben que se les está mintiendo descaradamente, las personas terminan sumidas en un sentimiento de impotencia ante tanto desparpajo sancionado oficialmente a los niveles más altos de gobierno y ante los principales organismos multilaterales.

Pero si Evo Morales es el principal emisor de este discurso internacional de respeto a la Pachamama y condena al capitalismo que es totalmente contradictorio con las leyes aprobadas por gobierno del MAS durante sus sucesivas gestiones, a nivel interno estas políticas y normas las tienen que expresar y defender los demás funcionarios de gobierno, el vicepresidente Álvaro García Linera en particular. Su más reciente declaración evidencia justamente la patente esquizofrenia gubernamental que analizamos, pues desde que el cabildo en Roboré, el reciente cabildo cruceño y otros multitudinarios en otras capitales denunciaron las leyes y decretos depredadores de la Chiquitanía, el gobierno no había respondido todavía claramente, aunque finalmente lo hizo a través del Vicepresidente ¡quien acaba de salir abiertamente en defensa del “modelo de desarrollo cruceño”!

En una entrevista reciente, al evaluar las implicaciones del cabildo cruceño y otras voces que critican a las elites cruceñas, García Linera declaró "nosotros somos defensores del modelo de desarrollo cruceño y lo digo abiertamente". Para el Vice, los temas ambientales serían un aditamento que le falta al modelo de desarrollo cruceño o “un componente más”, pero que no justifica la condena de la agroindustria y ganadería extensiva cruceñas, ni la satanización de su modelo capitalista… ¡el mismo que aparece en el discurso contradictorio del propio presidente!

Al doblepensar del gobierno que de ningún modo le inquieta al jefazo, se añade la mentira descarada al que se ve obligado desde siempre tanto él (p. ej. para tapar el tráfico de influencias producto de su affaire con la Zapata) como los demás funcionarios de gobierno (el vice y otros ministros mintieron desvergonzadamente intentando cubrir a Evo de las implicaciones del affaire). Y se comprende mejor esta empresa de alteración sistemática de la realidad y este afán de liberación de toda regla moral, cuando se cae en cuenta de que forman parte del núcleo de su estrategia de mantenerse en el poder para siempre (aunque digan y repitan ad nauseam “que sea el pueblo el que decida" si se quedan o se van)

Ante el desastre nacional de los incendios forestales en la Chiquitanía, volvió a desplegarse en todo su cinismo e impostura el doblepensar del gobierno del MAS y su presidente como supuesto campeón del medioambiente y la Pachamama. Su doble rostro muestra un “Hermano Evo” más bien depredador de la Naturaleza.