Entradas populares

martes, 19 de mayo de 2020

Congoja bilingüe, vergüenza en traducción

por Silvana Rabinovich[1]
A la memoria de Ismail Mohammed Bakr (9), Mohammed Ramez Bakr (11), Zakaria Ahed Bakr (10), Ahed Atef Bakr (10), junto a la de los 213 muertos en Gaza en estos últimos días…  y a los de 2012, 2009 que se unen a los millones de seres humanos de todas las confesiones y de todas las naciones que, evocando al filósofo judío Emmanuel Levinas llamaremos víctimas del antisemitismo, esto es, del odio al otro ser humano.
Escribo estas palabras temblorosas mientras escucho una y otra vez a Java Alberstein que me susurra al oído, en hebreo, que todo hombre tiene nombre… lejol ish yesh shem (un viejo poema de Zelda). Y bendigo una y otra vez el trabajo imprescindible de aquellos que se encargan de recordar al mundo que cada uno de los asesinados tiene un nombre, y que en ese nombre se tejen el amor y el deseo de generaciones.[2] Y recuerdo a un autor Israelí de cuentos infantiles (Uri Orlev) que de niño estuvo en el ghetto de Varsovia y contaba cómo los niños juegan siempre, aun en medio de la muerte… Niños aprisionados en distintas lenguas, tiempos y lugares, obstinados siempre en jugar.
Los nombres, los nombres… Aquellos son los nombres donde al nacer se cifra la esperanza de los ancestros, ellos van tejiendo la “historia chica”.  Hay otros nombres que se inscriben en la “historia grande”, que a diferencia de los primeros no están dados con amor y deseo sino con soberbia y ambición. Esa franja de tierra que evoca el suicidio de Sansón y en español escribimos Gaza, en la lengua bíblica se lee como el adjetivo femenino “fuerte” עזה.[3] Alguien reflexionaba hace unos días que los niños de 5 años en esa tierra ya experimentaron tres prolongados bombardeos en cuyos nombres quisiera detenerme.
En 2008, durante los días de la festividad judía de januca, cuando en Israel los niños cantaban la canción del poeta Bialik a un trompo de plomo fundido, un militar se inspiró y le dio a una masacre que cobraría la vida de más de 300 menores palestinos[4] el nombre de ese juego infantil. En noviembre de 2012 el nombre que acompañaría al bombardeo de Gaza era de raigambre bíblica, “Columna de nube” (‘amud ‘anan, ענן עמוד que no “pilar de defensa” como llegó a través de su traducción inglesa),[5] evocaba ni más ni menos que la nube con la que Dios protegió del sol del desierto a los esclavos durante el éxodo de Egipto. Y hace unos días, tras otra operación de nombre bíblico, “guardián del hermano”, con la que el ejército de Israel denominó a la búsqueda de los responsables del asesinato de tres jóvenes israelíes, las fuerzas armadas se apropiaron del relato de Caín y Abel…[6]. Como desenlace de esta última, en estos días asistimos a un nombre hebreo (no bíblico) que por supuesto evoca la omnipotencia, tsuk eitan (איתן צוק ) significa “peñasco fuerte” y según se dice, el militar que lo bautizó así vio que allí convergen la fuerza que frente al enemigo despliega el IDF (eitan) con el pueblo fortalecido detrás suyo (tsuk). Claro que las traducciones se prestan a eufemismos, y el inglés prefiere un nombre más defensivo que belicoso, por eso hoy lo conocemos como “margen protector”.
Estos nombres de la “historia grande” a veces irrumpen en la “historia chica” cercenando vidas. Fue por eso que en 2009 un grupo de mexicanos (muchos de nosotros, judíos a los que no nos bastaba decir “no en mi nombre”) nos reunimos en una iniciativa ciudadana a la que le dimos un nombre lleno de vergüenza y de dolor: “adopta a un niño muerto”. Ese nombre sigue causando escozor. Aquella invitación, insoportable por ser imposible y no dar margen a la autocomplacencia, era y sigue incitando a la memoria. Adoptar a un niño muerto, evocar las circunstancias en que su juego fue interrumpido para siempre por una explosión causada por un arma teledirigida proveniente de un ejército muy poderoso que alardea de su precisión “quirúrgica”, era una manera de resistir a los números que los englobaban en el eufemismo “daños colaterales”. Adoptar a un niño muerto no significaba usurpar el derecho de sus familias a la memoria, sino hacer resonar nombres inaudibles de personas invisibilizadas por el mundo occidental. Adoptar la memoria de un niñomuerto mucho menos alentaba un sentimentalismo falaz, apenas se preguntaba por el porvenir. El horrible nombre de nuestra iniciativa se encuentra en el cruce de caminos entre la historia chica y la historia grande y, al igual que la Esfinge, desde la encrucijada nos desafía con un enigma que concierne a la vulnerabilidad humana (la única hoy capaz de poner un alto definitivo a la violencia asesina de mis nada gloriosos hermanos).



[1] Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM, autora de La Biblia y el drone. Sobre usos y abusos de figuras bíblicas en el discurso político de Israel, Madrid, IEPALA, 2013. Miembro de la iniciativa ciudadana ante las muertes de menores en Gaza “Adopta a un niño muerto” (México, a partir de 2009).www.uninomuerto.blogspot.com y en facebook “Adopta un niño muerto”.
[2] Cf. Michal Rotem http://972mag.com/i-am-the-woman-who-translates-the-names-of-the-dead/93701/
[3] A esa tierra llegó por mar un pueblo fuerte que conocía el hierro: los filisteos, contra quienes Sansón cometió el primer atentado suicida de la historia.
[4] Cifras de la ONG israelí B’tselem http://www.btselem.org/statistics/fatalities/during-cast-lead/by-date-of-event
[5] Cf. Éxodo 13:21 “Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche”
[6]Génesis 4:9 “ Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?”

viernes, 15 de mayo de 2020

No volveremos a la normalidad porque la normalidad era el problema ¡Sigamos en la lucha!


por Miguel Valencia Mulkay*


Mucho se ha dicho, con mucha agudeza, sobre la pandemia que se inició en China, en 2019; muy recomendable, desde luego, es el reportaje-ensayo de Ignacio Ramonet y otros más específicos sobre el origen y otros aspectos de esta crisis sanitaria. No obstante, no se ha dicho todo porque el mismo coronavirus no ha revelado todos sus secretos y todavía pueden aparecer sorpresas muy desagradables: nuevas grandes olas de contagio que podrían hacer más destructiva esta crisis. La actitud guerrera de los países poderosos frente a este nuevo contagio y sus excesivas preocupaciones por la economía, pueden implicar rebrotes y muchas muertes innecesarias. Sin embargo, la fe en la ciencia y la tecnología ha hecho que muchos crean firmemente en sus “soluciones” (remedios y vacunas), con el fin de que todo cambie para que todo siga igual.

Todo indica que el origen de este fenómeno ha sido el daño que las modernas actividades industriales pecuarias ejercen sobre los equilibrios de la Naturaleza. Desde hace muchos años, el ecologismo internacional ha advertido que la industria chocaría contra los límites ecológicos de la Tierra y que muy probablemente podríamos presenciar acontecimientos como el que ahora vivimos. En años recientes, en nuestras declaraciones ecologistas hemos reiterado que podrían desatarse, entre otras muchas calamidades, epidemias o pandemias tanto por la alteración ecológica como la climática. Desde hace más de 30 años hemos tenido muy claro que los daños que diariamente inflige la actividad industrial y económica sobre el ambiente y los regalos de la Naturaleza, tendrán consecuencias catastróficas sobre la vida en la Tierra.

Ahora, nos enfrentamos a un desafío de la Naturaleza que se creía superado y virtualmente imposible de que sucediera. Los países poderosos ignoraron las advertencias científicas, como hoy ignoran el desastre climático y ecológico, desmantelaron la mayor parte de los preparativos que algunos políticos habían realizado para enfrentar una pandemia de este tipo- como han desmantelado en EU, durante la presidencia de Trump, la preservación de la ecología y la protección del ambiente-, una confirmación más del desquiciamiento global en el que hemos vivido. Apareció el Cisne Negro, tan advertido hace más de 10 años por Nassim Taleb: apareció este año el acontecimiento tan imprevisto como letal como lo es este coronavirus que forma parte de la gran incertidumbre en la que vivimos desde hace más de una década, por el desquiciamiento global.

De repente, vemos las calles vacías, los negocios cerrados, las pocas personas que transitan en la vía pública, con tapaboca, mostrando un gran distanciamiento, como si fueran zombis y nos vemos obligados a encerrarnos en casa tanto como sea posible, aterrados por esta amenaza y sufriendo el alejamiento de familiares y amigos. La pandemia nos ha enfrentado con una situación tan extraordinaria que algunos han señalado que podría ser la emergencia de lo que llamamos el descrecimiento del que tanto hemos hablado y escrito en los últimos 12 años. En efecto, hemos platicado y escrito mucho sobre la posibilidad y la probabilidad de la aparición de acontecimientos totales como el contagio mundial que ahora observamos, pero, lo hemos hecho, con el fin de prevenir su emergencia, por medio de acciones colectivas voluntarias.

Hay que aclararlo: la situación política que estamos enfrentando NO ES DESCRECIMIENTO, ES OTRA COSA: ES DECRECIMIENTO ( sin S), es decir: la reducción radical de la actividad económica mundial que observamos en estos días es producto del gran descuido en los países occidentalizados de las condiciones básicas de protección de la salud como lo son el ambiente limpio y el respeto al equilibrio ecológico, abandono impulsado en los últimos 40 años por los países más ricos y poderosos y por organizaciones financieras internacionales, por medio de las políticas neoliberales que hasta el momento rigen nuestras vidas que radicalizan la privatización de los servicios de salud y que buscan el crecimiento económico cueste lo que cueste.

Esta reducción radical de la economía mundial es una consecuencia no deseada, INVOLUNTARIA, de las políticas de crecimiento económico impuestas en las últimas décadas por los países “desarrollados”. En cambio, el DESCRECIMIENTO es el resultado de actos o actividades VOLUNTARIAS realizadas por personas, comunidades, sociedades, con el fin de reducir radicalmente sus actividades mercantiles y sus consumos de productos industriales, con el fin de recuperar las buenas relaciones de los seres humanos entre sí y con la Naturaleza. El descrecimiento es otra cosa diferente al decrecimiento.

La normalidad en la que hemos vivido, ha estado fundada en actividades económicas que exigen un uso excesivo del avión, los trenes de alta velocidad, los autos y otros transportes; que exigen demasiado uso del internet, el wifi, la 5G, la 6G y otras comunicaciones; que imponen una excesiva interconexión entre las personas, las comunidades, las ciudades y los países. Ha estado fundada en una excesiva dependencia de alimentos y productos estratégicos producidos a muchos miles de kilómetros; en una excesiva dependencia del libre comercio. Ha estado fundada en los dogmas de la productividad y la competitividad, en el culto a la ciencia y la tecnología y en la religión de los mercados o de la economía. Esta normalidad ha sido la que ha creado esta pandemia y la que puede crear en los próximos años mayores calamidades a la que ahora sufrimos.

Regresar a la normalidad que teníamos, implica no entender lo que ha pasado en los últimos meses, en los últimos años. Entraña un trastorno psicótico, enfermizo, vicioso generalizado que puede conducirnos a situaciones mucho peores a las que hemos vivido. Tenemos que intensificar nuestra resistencia contra el uso del transporte, la escolarización de la educación, la medicina mercantilizada y la construcción de megaproyectos de transporte, como el Tren Maya, el Corredor Transístmico o el rápido México-Toluca y el aeropuerto Santa Lucía; contra los cultivos transgénicos, los agroquímicos, la industria agropecuaria; contra los alimentos industrializados, la Cocacola, el Mac Donalds, las pizzas; contra el uso de plásticos; contra el consumo de gas, carbón y petróleo: es urgente abandonar el consumo de los hidrocarburos.

Por otra parte, es necesario reducir el tiempo de trabajo, para que todos tengan trabajo; apoyar a los pequeños emprendimientos en lugar de las grandes empresas; proteger a los migrantes; eliminar los confinamientos excesivos, como las cárceles, las escuelas, los asilos de ancianos, las oficinas y las industrias, muy peligrosos en las pandemias; eliminar la guerra contra el crimen, los niños, los pobres, las mujeres, los discapacitados y los ancianos. Es ineludible resistir al libre comercio, la tecnociencia y la economía de crecimiento; defender la Justicia Ambiental y Climática. La lucha sigue.

Será necesario apoyar los cultivos urbanos y periurbanos, el comercio de proximidad, la organización vecinal autónoma, el fortalecimiento de la autonomía de los pueblos, los ejidos, los barrios y las colonias. Hay que producir lo que consumimos y consumir lo que producimos en la región ecológica donde vivimos. Y desde luego, reducir colectivamente nuestros consumos de agua, energía, metales, maderas. Cambiar colectivamente nuestros modos de vida.

Hay que esperar la reacción a esta pandemia de grandes grupos sociales, como los que han perdido mucho en estos meses que lo mismo pueden ser los indígenas y los campesinos, los trabajadores, las mujeres, que los banqueros y los grandes empresarios: cada uno habrá aprendido algunas lecciones y propondrá medidas en su beneficio: esta pandemia nos ha abierto la posibilidad de hacer ensayos de lo que vendrá con el desastre climático; defendamos las lecciones que hemos descubierto.

La lucha sigue. Necesitamos reforzar las alianzas con las localidades y las regiones, sin abandonar los intercambios internacionales.

NO VOLVEREMOS A LA NORMALIDAD PORQUE LA NORMALIDAD ERA EL PROBLEMA ¡SIGAMOS EN LA LUCHA!

Presentación de Miguel Valencia Mulkay en la reunión en línea del 9 de mayo de 2020 del colectivo Cambiemos el Sistema y no el Clima

ECOMUNIDADES, Red Ecologista Autónoma de la Cuenca de México

Blog: http://red-ecomunidades.blogspot.com/
Blog: Decrecimiento-Descrecimiento México: https://descrecimientomexico.blogspot.com/

https://degrowth.descrecimiento.org/




domingo, 10 de mayo de 2020

La tierra baldía





T. S. Eliot*



Para EZRA POUND
il miglior fabbro.



I. El Entierro de los Muertos

Abril es el mes más cruel, engendrando
Lilas de la tierra muerta, mezclando
Memoria y deseo, despertando
Raíces turbias con lluvias de primavera.
El invierno nos dio calor, cubriendo
La tierra con nieve de olvido, nutriendo
Con tubérculos resecos algo de vida tierna.
El verano nos sorprendió, cayendo
Sobre el Starnbergersee con ráfagas de lluvia;
Nos detuvimos en la galería, y luego seguimos bajo el sol
Hasta el Hofgarten, y bebimos café, y hablamos una hora.
Bin gar keine Russin, stamm´aus Litauen, ech deutsch.
Y cuando éramos niños, alojados con el archiduque,
Mi primo, él me sacó a pasear en trineo,
Y me dio miedo. Me dijo: Marie,
Marie, agárrate fuerte. Y nos lanzamos.
En las cumbres, allí uno se siente libre.
Leo casi toda la noche, y voy al sur en invierno.

 ¿Qué raíces se adhieren con las uñas? ¿Qué ramas crecen
De este escombro de rocas? Hijo del hombre,
No lo puedes decir, o adivinar,
Porque sólo conoces un montón de imágenes rotas,
Donde el sol azota, y el árbol muerto no resguarda,
El grillo no da alivio, y la piedra seca no entrega el rumor del agua.  
Solamente hay sombra bajo esta roca roja
(Ven bajo la sombra de esta roca roja),
Y yo te enseñaré algo distinto, tanto
De tu sombra en la mañana caminando detrás de ti,
Como de tu sombra por la tarde alzándose para encontrarte;
Yo te enseñaré el miedo en un puñado de tierra seca.

Frisch weht der Wint
Der Heimat zu
Mein Irisch Kind,
Wo weilest du?

“Hace un año me diste jacintos por primera vez”;
“Me llamaron la chica de los jacintos”.
– Pero cuando volvimos del jardín de los jacintos, ya tarde,
Con tus brazos llenos, y tu pelo mojado, yo no podía
Ni hablar, se me empañaron los ojos, no estaba
Vivo ni muerto, y no sabía nada,
Mirando el interior del corazón de la luz, el silencio.
Oed’ und leer das Meer.

Madame Sosostris, la famosa clarividente,
Tenía un fuerte resfriado, sin embargo
Es sabido que es la mujer más sabia de Europa,
Con su pérfido mazo de naipes.
Aquí está tu carta, dijo, el Marino Fenicio ahogado,
(¡Mira! ¡Mira! ¡Si son perlas esas que fueron sus ojos!)
Y aquí está Belladonna, la Dama de las Rocas,
La Dama de las Situaciones.
Aquí está el hombre de los Tres Puñales,
Y aquí la Rueda, y aquí el Mercader Tuerto,
Y este naipe, que está en blanco, es de algo que él carga
En la espalda y que me han prohibido ver.
No encuentro al Hombre Ahorcado.
Ten miedo a la muerte por agua.
Veo muchedumbres de gente, dando vueltas en círculos.
Gracias. Si ves a la querida señora Equitone,
Dile que le llevo el horóscopo yo misma:
Una tiene que cuidarse tanto estos días.

   Ciudad Irreal
Bajo la niebla sucia de un amanecer de invierno,
Una muchedumbre fluía por el Puente de Londres. ¡Eran tantos!,
No pensé que la muerte hubiera destrozado a tantos.
Exhalaban suspiros cortos de vez en cuando
Y cada hombre llevaba clavada la vista delante de sus pies.
Cruzaban calle arriba la colina y bajaban por la calle King William,
Hasta donde la Santa María Woolnoth guarda las horas
Con un sonido muerto al final de cada novena campanada.
Allí vi a un conocido mío, y lo paré, gritando: “¡Stetson!
¡Stetson! ¡Tú que estuviste conmigo en los barcos de Mylae!
Ese cadáver que plantaste el año pasado en tu jardín,
¿Ha comenzado a brotar?  ¿Florecerá este año?
¿O la escarcha helada dañó la tierra donde lo sembraste?
¡Oh! ¡Ten lejos de aquí al Perro, ese que es el amigo del hombre,
O con sus garras lo desenterrará de nuevo!
¡Tu! Hypocrite lecteur! –mon semblable, –mon frère!”

II. Una Partida de Ajedrez


La Silla en la que se sentó, relumbró en el mármol
Como un Trono refulgente, mientras el espejo
Soportado por estandartes labrados con racimos de viñas
---Desde donde un Cupido dorado atisbaba curioso
Y otro escondía los ojos bajo el ala---,
Reflejaba las llamas del candelabro de siete ramas
Bañando la mesa con parpadeos de luz   
Hacia los que ascendía, para encontrarla,
El brillo destellante de sus joyas encendidas
En estuches de satín esparcidos en rica profusión;
Desde esencieros abiertos de marfil y cristales de color,
Acechaban extraños perfumes sintéticos,
Ungüentos, polvos, o líquidos ---turbando, confundiendo
O ahogando los sentidos en aromas---, que ascendían
Agitados por el aire fresco de la ventana,
Cebando las alargadas flamas de las velas,
Hasta colgarse con el humo en los encofrados tallados   
Con formas y diseños oscilantes del artesonado.
Un grueso leño de mar alimentado por los cobres
Ardía en naranjas y verdes, enmarcado por la piedra coloreada
En cuya luz entristecida nadaba un delfín esculpido.
Sobre el antiguo manto de la chimenea se exhibía,
Como desde un ventanal abierto a una bucólica escena silvestre,
La metamorfosis de Filomela, forzada tan rudamente
Por el bárbaro tirano; pero a pesar de ello desde allí el ruiseñor
Sigue llenando el desierto con su acento inviolable
Y desde allí canta, y acosa todavía al mundo,
Con su “puii puii puii puii” para oídos indecentes.
Y otros muñones marchitos del tiempo
Se desplegaban sobre los muros; figuras mirando fijamente
Sobresalían reclinándose, silenciando el recinto encerrado.
Pasos sigilosos se arrastraron en la escalera.
Bajo la luz de las llamas, bajo el haz de sus rayos, su cabello
Esparcido en ardientes puntas
Refulgía en las palabras.
Luego cayó un silencio salvajemente mudo.


   “Estoy mal de los nervios esta noche. Si, si, mal.
Quedate conmigo. Hablame. Porqué nunca hablas.
Hablá. ¿En qué estás pensando? ¿Pensando en qué?
¿Qué? Yo nunca sé lo que estas pensando. Qué piensas”.


Pienso que estamos en el callejón de las ratas
Donde los muertos pierden sus huesos.


   “¿Qué es ese ruido?”
                             El viento bajo la puerta
“¿Y ahora qué ruido es? ¿Qué está haciendo el viento?”
                             Nada de nuevo nada
                                                         “¿Tú,
No sabes nada? ¿No ves nada? ¿No recuerdas
Nada?”


             Yo recuerdo
                                 Que son perlas esas que fueron sus ojos.
“¿Estas vivo o qué? ¿No tienes nada en la cabeza?”
                                                                                 Pero
Oh Oh Oh Oh ese Rag Shakesperiano ----
¡Es tan elegante,
Tan inteligente!
“¿Y ahora qué hago? ¿Qué voy a hacer ahora?
Me voy a salir así como estoy, a caminar en la calle
Con mi pelo suelto, así. ¿Qué haremos mañana?
¿Qué mismo vamos a hacer?”
                                                El agua caliente a las diez.
Y si llueve, una cabina cerrada a las cuatro,
Y jugaremos una partida de ajedrez,
Forzando nuestros ojos sin párpados
Esperando que toquen la puerta.


Cuando desmovilizaron al marido de Lily, yo le dije ---
No me ahorré las palabras, yo mismo se lo dije a ella,
APÚREN POR FAVOR, YA ES HORA
Ahora que Albert está volviendo, te tienes que arreglar.
Él va a querer saber qué has hecho con el dinero que te ha dado
Para que te pongan los dientes. Sí te dio. Yo estaba allí.
Que te saquen todos, Lily, y que te pongan una buena dentadura,
No aguanto mirarte, te dijo, lo juro.
Y tampoco yo aguanto, le dije, y piensa en el pobre Albert.
Ha estado en el ejército por cuatro años, y quiere pasarla bien,
Y si tú no le das gusto, otras lo van a hacer, le dije.
Ah otras lo van a hacer, dijo ella. Algo por el estilo, le dije yo.
Entonces sabré a quién agradecerle, dijo ella, y mírame de frente.
APÚREN POR FAVOR, YA ES HORA


Si no te gusta, te aguantas, le dije.
Otras podrán elegir y escogerlo, si tú no puedes.
Pero si Albert se va, no será porque yo no te he dicho.
Debiera darte vergüenza parecer tan vieja, le dije.
(Y sólo tiene treinta y uno).
No puedo hacer nada, dijo ella, poniendo la cara triste.
Son las píldoras que tomé para sacármelo, dijo.
(Ella ya tenía cinco, y casi murió con George, el menorcito).
El boticario dijo que no habría ningún problema, pero nunca más
                    he vuelto a ser la misma.
Eres realmente una tonta, le dije.
Si Albert no te deja en paz, bueno, ahí está, le dije.
Para qué te casas si no querías niños.
APÚREN POR FAVOR, YA ES HORA
Lo que pasa es que Albert estaba ese domingo en la casa
Y tenían una pierna asada de cerdo. Me invitaron a cenar,
Para probarla muy caliente y rica ----
APÚREN POR FAVOR, YA ES HORA
APÚREN POR FAVOR, YA ES HORA
Ya, buenas noches Bill. Buenas Lou. Buenas May. Buenas noches.
Adiós. Buenas noches. Adiós.
Buenas noches señoras y señoritas, buenas noches bonitas y dulces,
                buenas noches. Adiós. Buenas noches.


III. El Sermón del Fuego

La carpa del rio está rota; los últimos dedos de las hojas
Se adhieren y hunden en la orilla. El viento va cruzando
Los campos sin verdor, inaudible. Las ninfas han partido.
Dulce Támesis, fluye suave y sereno, hasta que termine mi canción.
El rio no lleva botellas vacías, ni envolturas de papel, ni cajas de cartón,
Ni pañuelos de seda olvidados, ni colillas aplastadas; ni otros testimonios
De las noches ardientes del verano. Las ninfas han partido.
Y sus amigos de unas horas, los errantes herederos de los accionistas
De la Bolsa, también se han ido; sin dejar su dirección.
En las orillas arenosas del Leman me senté en silencio y empecé a llorar…
Dulce Támesis, fluye suave y sereno, hasta que termine mi canción.
Dulce Támesis, fluye suave y sereno, porque este mi susurro no tiene duración.
Pero a mi espalda escucho, en un estallido seco,
El choque de los huesos y una risotada seca de oreja a oreja.

Una rata reptaba lentamente a través de las hierbas
Arrastrando su panza viscosa en la ribera
Mientras yo pescaba en el canal estancado,
Detrás de la planta de gas, durante una ronda
De anochecer del invierno; pensando
Sobre la desgracia de mi hermano el rey
Y en la muerte de mi padre el rey anterior a él.
Cuerpos blancos desnudos al ras del suelo húmedo
Y huesos botados en un pequeño desván seco en el piso,
Removidos, de año en año, solo por los pies de la rata.
Pero a mi espalda, de vez en cuando escucho la lata
Estridente de las bocinas y los motores que llevarán
A Sweeney donde la señora Porter en la primavera.
Oh, la luna brilló entera sobre la señora Porter
Y sobre la hija de ella
Ambas se lavan los pies con agua de bicarbonato de soda
Et O ces voix d’enfants, chantant dans la coupole
Puii puii puii puii
Tuqut tuqt tuqt tuqt tuuuq
Forzada tan rudamente
                 Tereo


     Ciudad Irreal
Bajo la niebla sucia de un mediodía de invierno,
El Sr. Eugénides, el mercader de Esmirna,
Sin afeitar, con un bolsillo lleno de pasas,
C.i.f. Londres: con documentos a la vista,
Me invitó en su francés ordinario,
A almorzar en el Hotel Cannon Street
Para pasar luego el fin de semana en el Hotel Metropole.


     A la hora violeta, cuando los ojos y las espaldas
Se enderezan hacia arriba en los escritorios,
Cuando el motor humano aguarda carburando
Como un taxi  mientras espera,
Yo, Tiresias, aunque ciego, oscilando entre dos vidas,
Un viejo con dos senos arrugados de mujer, puedo ver,
A la hora violeta, a la hora del atardecer que se arrastra hacia el hogar
Y trae al marinero de regreso a su casa desde el mar,
A la mecanógrafa en su piso a esa hora del té,
Recogiendo el desayuno, encendiendo la estufa
Y abriendo luego las conservas en lata.
Fuera de la ventana, sus combinaciones, peligrosamente colgadas,
Secándose acariciadas por los últimos rayos del sol,
Sobre el diván (por la noche su cama) se amontonan
Medias de seda, chancletas, enaguas, sostenes.
Yo Tiresias, un hombre viejo con tetas arrugadas,
Percibí la escena y predije lo demás----
También aguardando la llegada del invitado esperado.
Él, un hombre joven con forúnculos y mochos, llega como el que más,
Un empleado del agente de una pequeña firma,
Pero de mirada atrevida, uno de los de abajo con la seguridad
De los millonarios de Bradford y sus sombreros de copa.
El momento es propicio, imagina con tranquilidad,
La cena ha concluido, ella está aburrida y cansada,
Busca excitarla con caricias que todavía no se rechazan,
Pero que tampoco se desean. Ardiente y decidido, carga al asalto
De una vez; sus manos exploradoras
No encuentran resistencia, su vanidad no requiere
En realidad respuesta y agradece más bien la indiferencia.
(Y yo Tiresias que he sufrido por adelantado todo
Todo lo actuado y hecho sobre este mismo diván o cama;
Yo que he estado sentado en Tebas al pie de las murallas,
Yo que he andado entre los más despreciables muertos);  
Coloca un último beso paternal en la frente y luego busca cómo irse,
Para hallar las gradas del edificio a oscuras, sin las luces prendidas.

Ella se vuelve y mira un momento hacia el espejo,
A medias consciente de que su amante también ha partido;
Su cerebro deja pasar un pensamiento apenas constituido:
“Bueno, ya está hecho: y que bien que se acabó”.
Cuando una mujer hermosa peca de insensata
Y da vueltas otra vez por su cuarto, sobre sí,
Se alisa mecánicamente el cabello con la mano
Y pone con frenesí en el gramófono un disco en boga.


“Esta música se deslizó hacia mí sobre las aguas”
Y a lo largo del Strand, subiendo la calle Queen Victoria.
Oh Ciudad Ciudad, a veces puedo escuchar,
En la calle Lower Támesis, en el fondo de un bar,
El plañido agradable de una mandolina
Y el parloteo y el charloteo que llega desde allí dentro
Donde los pescadores pasan el tiempo al mediodía:
Allí donde los muros del Magno Mártir sostienen
Ese esplendor inexplicable Jónico, blanco y dorado.


El rio suda
Aceite y brea
Los botes flotan
La marea baja.
Las velas rojas
Extendidas
A sotavento, baten el pesado mástil.
Los botes salpican
Troncas perdidas
Bajando Greenwich
Pasando la Isla de los Perros.
                         Weialala leia
 Wallala leialala


Elizabeth y Leicester
Remando
La popa era
Una concha dorada
Roja y de oro
El rápido oleaje
Onduló las dos orillas
El viento del sudoeste    
Llevó corriente abajo    
Tañido de campanas    
Blancas torres
              Weialala leia
  Wallala leialala

“Tranvías y árboles polvorientos,
Highbury me concibió. Richmond y Kew
Me dejaron deshecha. En Richmond abrí las piernas
Decúbito en el piso de una canoa estrecha”.


“Mis pies están en Moorgate, mi corazón
Bajo mis pies. Tras el evento
El lloró. El prometió ‘un nuevo intento’.
Eso ni lo comento. ¿De qué me resiento yo?”


“Sobre las Arenas de Margate.
No llego a conectar
Nada con nada.
Las uñas rotas de las manos sucias.
Mi pueblo humilde pueblo que espera
Nada.”
                la la


A Cartago llegué entonces


Quemándome  quemándome  quemándome  quemándome

Oh Señor Tú me sacias
Oh Señor Tú sacias


      quemándome



IV. Muerte por agua 


Phlebas el Fenicio, ya quince días muerto,
Olvidó el canto de las gaviotas, el oleaje del hondo mar,
La pérdida y la ganancia.
                                           Una corriente bajo el mar
Recogió sus huesos en susurros. Mientras se elevaba y hundía
Él atravesó las fases de su edad y juventud
Cayendo en el remolino.
                                        Gentil o Judío
Oh tú que haces girar el timón y miras a barlovento
Piensa en Phlebas, quién fue una vez tan guapo y alto como tú.




V. Lo Que Dijo el Trueno

Después del fuego rojo de las antorchas sobre los rostros sudados
Después del silencio congelado en los jardines
Después de la agonía en esos pedregales
El bullicio y el griterío
De los palacios y la prisiones y el retumbar
Del trueno en la primavera más allá de los distantes cerros
Ese aquel que vivía ahora está muerto
Esos nosotros los que vivíamos ahora estamos muriendo
Con algo de paciencia

Aquí no hay agua sino sólo rocas
Rocas y nada de agua y el camino cubierto de arena
El camino serpenteando hacia arriba entre los cerros
Que son montañas de roca sin nada de agua

Si sólo hubiera agua nos detendríamos y beberíamos

Entre las rocas uno no se puede detener ni pensar
El sudor es seco y los pies pisan la arena
Si sólo hubiera agua entre las rocas

Boca de cerro muerto de dientes cariados incapaz de escupir
Aquí uno no puede quedar ni parado, ni tendido, ni estar sentado
Ni siquiera hay silencio entre los cerros
Sino solo hoscos rostros rojos burlándose y gruñendo
Desde las puertas de sucias chozas de barro
                        
Si hubiera agua
Y no rocas
Si hubiera rocas
Y también agua
Y más agua
Un manantial
Una poza entre las rocas
Si hubiera el murmullo del agua solamente
No la cigarra
Ni el canto de la hierba seca
Sino el sonido del agua sobre las rocas
Donde el zorzal ermitaño canta entre los pinos
Plic plac plic plac plac plac plac
Pero no hay agua

¿Quién es el tercero que camina siempre a tu lado?
Cuando cuento, solamente estamos aquí tú y yo, juntos
Pero cuando miro hacia adelante subiendo por el blanco camino
Siempre hay otro caminando a tu lado
Deslizándose envuelto en un manto marrón, encapuchado
No sé si es hombre o mujer
------ ¿Pero quién es ese que está en tu otro lado?


Qué sonido es ese tan arriba en el aire
El murmullo de un lamento materno
Quienes esas encapuchadas hordas que hormiguean
Sobre planicies interminables, tropezando en la tierra quebrada
Rodeada solamente por el más plano horizonte
Cuál es la ciudad sobre los cerros
Que se agrieta y rehace y estalla en el aire violeta
Torres que se caen
Jerusalén Atenas Alejandría
Viena Londres
Irreal


Una mujer jaló su largo ajustado cabello negro
Y tocó en esas cuerdas música en callados susurros
Y murciélagos con sus caras de bebés silbaban
En la luz violeta, y batían sus alas, arrastrándose con la cabeza abajo
Al descender por una pared ennegrecida  
Y en el aire colgaban las torres al revés
Doblando reminiscentes campanas, que marcaban las horas
Con las voces que salían cantando
Desde cisternas vacías y agotados aljibes.


En este agujero herido en las montañas
Bajo esta frágil luz de luna, la hierba está cantando
Sobre las tumbas caídas, cerca de la capilla
Allí está esa capilla vacía, solo una morada del viento,
No tiene ventanas, y la puerta golpea,
Los huesos secos no pueden dañar a nadie.
Solamente un gallo está erguido en la cumbrera
Cocorocó cocorocó
En un destello de relámpago.
Luego una ráfaga húmeda
Trayendo lluvia


El Ganges estaba seco, y las hojas caídas
Esperaban la lluvia, mientras las negras nubes
Se agolpaban muy lejos, sobre el Himavant
La jungla se agazapaba, recogiéndose en silencio.
Luego habló el trueno

DA

Datta: ¿Qué hemos ofrendado?
Amigo mío, la sangre que agita mi corazón
El atroz atrevimiento de un momento de obediencia
Que una era de prudencia ya no puede retractar
Por esto, y solo esto, hemos existido
Lo que no se ha de encontrar en nuestras necrologías
O en memorias revestidas por la útil araña
O bajo los sellos rotos por un enjuto notario
En nuestras salas vacías

DA

Daydhvam: He oído girar la llave en la puerta
Una vez y solo girar una vez
Pensamos en la llave, cada cual en su prisión
Pensando sobre la llave, cada cual confirma una prisión.

Solamente al anochecer, rumores etéreos
Resucitan un instante a un destruido Coriolano

DA

Damyata: La barca respondió
Jubilosamente a la mano experta con las velas y los remos
El océano estaba sereno, tu corazón hubiera respondido
Jubilosamente, de ser invitado, palpitando obedientemente,
A las manos que desearan controlarlo

Me senté sobre la orilla
Pescando, con la árida costa detrás de mí
¿Podré por fin poner mis tierras en orden?


Ya se cae  ya se cae  ya se cae  el Puente en Londres
Poi s’ascose nel foco che gli affina
Quando am ceu chelidon Oh Golondrina Golondrina
Le Prince dAquitaine à la tour abolie  
He apuntalado estos fragmentos contra mis ruinas
Pues entonces os supliré la Isla. Hierónymo enloqueció otra vez.
Datta. Dayadhvam. Damyata.

           Shantih  shantih  shantih




*The Waste Land 
T. S. Eliot (1922)

Traducción no definitiva en proceso de revisión por
Ricardo Calla Ortega
2015 – Septiembre a Marzo 2019 – Abril a Junio 2020