Esperar que de la violencia colectiva surja una nueva comunidad con un hombre nuevo es una ilusión
Empero, pienso que sería incorrecto hablar aquí de simples emociones. Después de todo, es una de las propiedades destacadas de la condición humana que aquí encuentra una expresión adecuada, es decir, que a la muerte del individuo le sobrevive la especie, o el grupo. Sin embargo, en nuestro contexto el asunto es que estas experiencias, cuyas elementales formas no están en duda, nunca han encontrado una expresión política institucional. Ninguna comunidad política que conozca se fundó nunca en la igualdad ante la muerte y su actualización en la violencia.
Es innegablemente cierto que los fuertes sentimientos fraternales surgidos de la violencia colectiva han confundido a mucha gente buena a esperar que una nueva comunidad con un hombre nuevo surgirá de ella. Dicha esperanza es una ilusión por la simple razón de que ninguna relación humana es más transitoria que este tipo de hermandad, que puede actualizarse sólo en condiciones de inmediato peligro para la vida o la integridad física.
[Sobre la violencia colectiva como ilusión de regeneración, hasta aprox. min. 2:30]
Sin embargo, esto no es sino un lado del asunto. Fanon concluye su descripción elogiosa de la experiencia en la práctica de la violencia remarcando que, en esta clase de lucha, el pueblo se da cuenta que la vida es una pugna interminable, que la violencia es un elemento de la vida. ¿No se sigue de ello que el elogio de la vida y el elogio de la violencia son lo mismo? En todo caso, Sorel pensaba en estos mismos términos hace ya 60 años atrás. Y mucho antes de que Konrad Lorenz descubriera la función vital de la agresividad en el reino animal, la violencia era celebrada como manifestación de la fuerza vital, y particularmente de su creatividad.
Inspirado por el “Elán Vital” de Bergson, Sorel apuntaba a una filosofía de la creatividad diseñada para productores y dirigida a polemizar contra la sociedad de consumo y sus intelectuales, aun entonces; es decir, no contra la burguesía, no contra los capitalistas en el antiguo sentido de la palabra. Y la razón por qué Sorel se aferró a su credo marxista, aunque odiara a los consumidores, a la sociedad de consumo y sus intelectuales mucho más de lo que odiaba a la burguesía; era porque él creía que los obreros eran productores, el único elemento creativo en la sociedad. Y el problema como él lo veía era solamente que los trabajadores rehusaban neciamente a jugar el papel revolucionario tan pronto como alcanzaban un nivel satisfactorio de condiciones de vida y trabajo.
Como quiera que fuese, había algo más que se volvió completamente evidente sólo en las décadas posteriores a la muerte de Sorel y Pareto, y fue mucho más desastroso para su visión. El enorme crecimiento de productividad en el mundo moderno no es para nada, estrictamente hablando, un crecimiento en la productividad laboral. Se debe exclusivamente al desarrollo de la tecnología. Y este no dependía ni de la clase obrera ni de la burguesía, sino de los científicos. Ahora bien, a los que consideran el enorme cambio de nuestro mundo cotidiano, y lo comparan con el desarrollo de nuestras categorías mentales para interpretar el mundo, les parece como si fuera más fácil cambiar el mundo que nuestras formas de pensar. Porque todos sabemos hasta qué punto esta antigua combinación de violencia, vida y creatividad ha sobrevivido en la mentalidad rebelde de la nueva generación. Su gusto por la violencia esta acompañada otra vez por la glorificación de la vida, y abiertamente se percibe como una negación necesariamente violenta de todo aquello que se interponga en el camino de la voluntad de vivir.
Cuando Fanon habla de la locura creativa inherente a la acción violenta, todavía está pensando en términos de una tradición que tiene al menos 100 años. Ahora bien, pienso que nada es más peligroso teóricamente que esta tradición de pensamiento orgánico. Se vio en todos los tres. Se vio en el poder, así como en la revolución y… en la violencia; o en el concepto del progreso… en el concepto del poder y en el concepto de la violencia. Tal como estos términos se entienden actualmente, la vida y la energía creativa de la vida son su común denominador, de modo que la primacía de la violencia se justifica en términos de la creatividad. Mientras hablemos sobre estos asuntos en términos biológicos, no políticos, los glorificadores de la violencia tendrán la gran ventaja de apelar a las innegables experiencias inherentes a la práctica de la acción violenta. Pero el peligro de quedar fascinados por la engañosa verosimilitud de esas metáforas es muy grande por supuesto, allí donde están implicadas las cuestiones raciales.
Los racismos no son prejuicios raciales cualesquiera sino sistemas ideológicos explícitos
El racismo, de los blancos o los negros, está por definición cargado de violencia, porque se opone a hechos orgánicos, como la piel blanca o negra, que ninguna persuasión ni poder puede cambiar. Lo único que queda por hacer, cuando la apuesta está hecha, es exterminar a sus portadores. La violencia en la lucha interracial es siempre homicida; aunque no es irracional, es una consecuencia lógico racional inherente al racismo, por el cual no me refiero a los prejuicios más bien vagos de ambos lados, sino a un explícito sistema ideológico.
La violencia de hoy, los disturbios de los negros y el potencial mucho mayor de la reacción de los blancos, no son, o todavía no son, manifestaciones de ideologías racistas y su lógica homicida. Los disturbios, como se ha dicho recientemente, son protestas elocuentes contra verdaderos agravios, aunque lo mismo es cierto del fenómeno de la reacción. El mayor peligro es más bien otro. En vista de que la violencia siempre necesita una justificación, un escalamiento de la violencia en las calles puede dar lugar a que una ideología verdaderamente racista pretenda justificarla; en cuyo caso la violencia y los disturbios pueden desaparecer de las calles, pero transformarse en el terror invisible de un estado policial.
[En referencia a la violencia interracial desde aprox. min. 7:30 - 9:30]
La violencia, al ser instrumental por naturaleza, es racional en la medida en que sea eficaz en alcanzar el fin que debe justificarla. Y puesto que cuando actuamos nunca sabemos con ninguna certeza las consecuencias finales de lo que hacemos, la violencia puede seguir siendo racional mientras busque metas de corto plazo. La violencia no promueve causas, pero puede ciertamente servir para dramatizar los agravios y ponerlos en el foco de la atención pública. Conor Cruise O’Brien, cuyo nombre algunos han debido escuchar, remarcó en un debate que tuvimos en Nueva York, “la violencia es a veces necesaria para que la voz de la moderación sea escuchada”. Y pienso que esto es muy perspicaz, no solo perspicaz, sino una perspicacia muy profunda. Y en efecto, la violencia, contrariamente a lo que sus profetas intentan decirnos, es mucho más el arma de los reformistas que de los revolucionarios. Francia no habría recibido el proyecto de ley de reformas más radical desde Napoleón para cambiar el sistema educativo sin las manifestaciones de los estudiantes franceses. Y nadie habría soñado conceder las reformas de la Universidad de Columbia sin las protestas durante el semestre de primavera. Con todo, el peligro en la práctica, aun si se despliega conscientemente en un marco no extremista de metas a corto plazo, siempre será que los medios podrían sobrepasar al fin. Si las metas no se consiguen rápidamente, su único resultado será que la atmósfera entera del país se vuelva más violenta, y que la derrota al final traerá consigo condiciones mucho peores que las antes existentes.
Finalmente, cuanto mayor sea la burocratización de la esfera pública, tanto más atractiva será la violencia. En una burocracia completamente desarrollada, no queda nadie con quien se pueda discutir, a quien se pueda reclamar, sobre quien se pueda ejercer las presiones del poder. El aspecto decisivo en las rebeliones estudiantiles en el mundo es que están dirigidas en todas partes contra la burocracia dominante. Los disidentes de la resistencia en el Este demandan libertad de expresión y pensamiento como condiciones preliminares para la acción política. Los rebeldes en el Oeste viven en condiciones donde estos preliminares ya no parecen abrir los canales para la acción, es decir, para el significativo ejercicio de la libertad. La transformación del gobierno en la administración, de repúblicas en burocracias, y el desastroso achicamiento del espacio público que ella implicó, tiene una historia larga y complicada; y este proceso se ha acelerado considerablemente durante los últimos cien años a través del surgimiento de las burocracias partidarias.
Lo que hace del hombre un ser político es su facultad para la acción. Le permite juntarse con sus pares, actuar concertadamente e ir en búsqueda de metas y emprendimientos que nunca cabrían en su mente, menos aún en los deseos de su corazón, si no estuviera dotado de este don de emprender algo nuevo. Actuar y empezar no son lo mismo, pero están estrechamente interconectadas. Todas las propiedades de la creatividad adjudicadas a la vida en los fenómenos de poder y violencia en realidad pertenecen a la facultad de la acción en general. Y pienso que puede demostrarse que ninguna otra capacidad humana ha sufrido tanto por el progreso de la época moderna. Pues el progreso, como hemos llegado a entenderlo, significa crecimiento: el proceso incesante de más y más cosas, más y más grandes. Cuanto más grande se hace un país en términos de población, objetos y posesiones, tanto mayor será la necesidad de administración, y con él, el poder anónimo de la administración. Pavel Kohout, un autor checo que escribía en el apogeo del experimento checo con la libertad, definió al ciudadano libre como un ciudadano cogobernante. No se refería a otra cosa que la democracia participativa de la que hemos escuchado tanto. Kohout añadió que, lo que el mundo como es ahora requiere más que nada bien podría ser un nuevo ejemplo, si los próximos mil años no han de volverse una época de monos super civilizados.
Ahora bien, este nuevo ejemplo que de veras podríamos estar necesitando, difícilmente se logrará mediante la práctica de la violencia, aunque me inclino a pensar que buena parte de su glorificación en el presente se debe a la grave frustración de la facultad de acción en el mundo moderno. Es muy cierto que los disturbios en los guetos y las protestas rebeldes en universidades, como se dijo, hacen que la gente sienta que está actuando junta en una forma que rara vez lo pueden hacer. No sabemos si estos acontecimientos son el comienzo de algo nuevo, el nuevo ejemplo, o los dolores agónicos de una facultad que la humanidad está por perder.
Como están las cosas hoy cuando vemos cómo las superpotencias están empantanadas bajo el peso monstruoso de su propia enormidad, pareciera que el nuevo ejemplo tendrá chances de surgir, si acaso tiene alguna, en un pequeño país o un pequeño sector bien definido en las sociedades de masa de las grandes superpotencias. Pues los procesos de desintegración, que se volvieron tan evidentes en años recientes, han invadido todo lo diseñado para el funcionamiento de la sociedad de masas. Todos los servicios públicos están afectados por ello: las escuelas y la policía, el correo y el transporte, el tráfico en las autopistas y en las grandes ciudades. La propia enormidad está afectada con una gran vulnerabilidad. Y si bien nadie puede decir con certeza dónde y cuándo el punto de quiebre será alcanzado, podemos observar, casi al punto de medirlo, cómo la fortaleza y la resiliencia están filtrándose insidiosamente de nuestras instituciones, gota a gota, pareciera. Y pienso que lo mismo es cierto de los variados sistemas de partidos, todos los cuales se suponía atienden las necesidades políticas de las sociedades modernas a fin de posibilitar un gobierno representativo allí donde la democracia directa no lo haría, porque, como dijo John Selden, “en la sala no cabrán todos”.
Y podría añadir, aunque esto está muy lejos de sus propias experiencias, el reciente crecimiento del nacionalismo en todas partes, que se entiende a menudo como un giro mundial a la derecha, pero evidentemente también un giro en dirección contraria al gigantismo y el gobierno centralizado. Nuevamente, no sabemos dónde nos llevarán estos procesos, pero podemos ver cómo las fisuras en la estructura de poder de todos los países, salvo los pequeños, se están abriendo y ampliando. Y sabemos, o deberíamos saber, que toda pérdida de poder es una invitación abierta a la violencia, si no por otra razón, porque los que detentan el poder y sienten que se les escapa de las manos, siempre han encontrado difícil resistir la tentación de reemplazarlo con la violencia. Gracias.
Preguntas
y respuestas (a partir de min. 18 - 30)
P.1. Karl
Jaspers, en su libro sobre Marx, al que me refiero es Razón y antirazón
H.A. ¿Cuál?
P.1. “La razón
y la antirazón”
H.A. Ah
P.1. Él
afirmaba en ese libro que la premisa de que la historia era en esencia “progresiva”
y que, por tanto, “el fin justifica los medios” descansaba en la conexión
equivocada de dos términos: dialéctica y causalidad… Mi pregunta es: ¿si uno
hace esta conexión entre dialéctica y causalidad, es inevitable que uno también
hará la conexión entre violencia y poder?
H.A. Es una
pregunta muy buena, deme un momento por favor…
Me temo que
sí, me temo que donde sea que exista esta continuidad dialéctica en la que nada
nuevo puede ocurrir excepto siempre eso… ahí tienes a la violencia como cierto
tipo de fenómeno marginal del poder, pero sigue siendo lo mismo que el poder;
vea usted, la izquierda dice, con lo cual me refiero a todos los hegelianos,
sean estos de izquierda o derecha, …la izquierda dice que la violencia es un fenómeno
marginal del poder, el poder se encuentra detrás de ella pero que es lo mismo… es
uno de los modos aunque el modo marginal… [Mientras que] la derecha dice que lo
que hay detrás de todo poder es la violencia: encaremos los hechos, seamos realistas…
todo poder es en última instancia violencia. Me comprende ¿no? la premisa es la
misma. En lo que a mí respecta, el problema no interesa porque es su poder el
que se vuelve, por decir, un fenómeno marginal… lo ve, ¿no?
De modo que
me temo que la respuesta es sí, pero si lo quiere seguir pensando y llega a una
conclusión diferente, déjemelo saber.
El racismo
no es lo mismo que la discriminación racial
P.2. Antes
de [hablar de] eso usted consideraba que el racismo era una cosa explícitamente
ideológica, cuando dijo que era [una ideología] explícita; esto es en primer lugar
contrario a la idea de [Herbert] Marcuse de que es, en realidad, implícita…
H. A. Sí,
correcto, por racismo yo no entiendo…. Veamos el asunto de los judíos: hubo
muchos antisemitas, digamos, a lo largo de la historia, es decir, mucha gente a
la que no le gustaban los judíos por todo tipo de razones, también por razones
de los rasgos corporales… a esto yo no lo llamaría racismo, esto es antipatía
en parte, en parte prejuicio, etc… esto puedes cambiarlo porque es un fenómeno
aislado: cuando veo racismo es… de pronto hay gente que no siente ningún tipo
de disgusto hacia los judíos, pero que han estado o han sido convencidos de la
argumentación de las teorías racistas; en este orden, esto deja de ser cierto sentimiento,
esto es un tipo de racionalización… en realidad, una especie de razonamiento, y
hay este tipo de razonamiento que tiene una lógica propia, pero la lógica es asesina,
es una lógica asesina, entonces [cuando] dice: si está de acuerdo sobre esto o
aquello, [como] una premisa científica, entonces se sigue de ello que esto o
aquello debiera ocurrir… si usted está de acuerdo que los judíos son una parte
mala en el conjunto de la humanidad, entonces tiene que estar de acuerdo que
los judíos deben ser exterminados… no importa cuáles sean sus sentimientos, y ahora
si usted tiene sentimientos amistosos hacia los judíos, tiene que superarlos… ¿lo
ve? Eso es racismo y es algo totalmente distinto a decir no me gustan los judíos,
no me gustan los negros, mi hermana no debiera casarse con ninguno de aquellos,
y cualquier cosa de ese tipo; eso es únicamente opinión… pero una opinión y una
ideología son en realidad dos cosas diferentes.
Lo que temo
es esto: la violencia necesita justificación y tengo miedo que, si se desatara
una verdadera lucha racial de negros y blancos en este país, ambos bandos
sentirían que necesitan una justificación para lo que están haciendo, y entonces
la justificación sería el racismo, y entonces todo el asunto se volvería realmente
mortífero, mucho más mortífero que los disturbios ocasionales de grupos de
interés aquí o allá, ¿ve lo que quiero decir?
La
lógica asesina de la ideología
P.3. No me
queda claro si usted está usando la ideología en el sentido que le dio [Karl] Mannheim
H. A. No,
no, el uso que le da Mannheim al término ideología proviene en realidad de experiencias
muy anteriores a las que supimos son las ideologías. Mannheim formuló su “La ideología
y la utopía” a principios de los 1920 [aunque recién publicada en 1941], lo sé
porque estuve en ese entorno, para decirlo de algún modo; lo conocía bastante
bien, pero él no tuvo la experiencia ni de Stalin ni de Hitler como para
entender la verdadera lógica asesina de la ideología, este lado particular de
ella y entonces definirla en concordancia con estos fenómenos, uno de verdad necesitaba
la experiencia totalitaria de las utopías.
P.4 ¿Cómo ese
extremo quedaría fuera de la definición de esta teoría? No entendí… puede que esté
entendiendo mal.
H. A. No,
no, no, esa es la forma en que Marx utilizó el término… Ahora bien, si nosotros
usamos la palabra de manera diferente, vemos que una ideología es cualquier doctrina
que intenta explicar todo a partir de una única idea y pretende tener en sus
manos una clave para la plena clarificación e iluminación de todo lo que sucede,
ese es finalmente el pleno despliegue de la ideología.
La manera
en que Marx lo uso… el término fue primero utilizado por Destutt de Tracy en Francia
durante Napoleón I, él habló de la “ideología” [1818] … y luego la cosa evolucionó
lentamente hasta convertirse en el término que fue entonces utilizado por Marx,
y Mannheim afiló el uso que Marx le había dado, en la forma en que Marx lo
usaba… y entonces lo que [la ideología] realmente era salió a flote recién en
los 1930, en el régimen totalitario, donde la ideología en realidad jugó por
primera un papel tan decisivo en el cuerpo político, es decir, donde no se la
utilizaba para justificar este objeto o aquel otro, algo que pudiera servir,
por ejemplo, para matar al duque d’Enghien como lo hizo Napoleon [1804], y
luego justificarlo o excusarlo por razones de Estado, pero eso era un solo ítem…
Mientras que aquí la ideología atraviesa todo el cuerpo político, esto nunca
estuvo ahí antes en el sentido del nacional socialismo o el comunismo, no
quiero decir con esto que… A ver, el nacional socialismo utilizó el
antisemitismo como una ideología principal; ahora bien, el antisemitismo existía
por supuesto antes de ser utilizado en este sentido; lo mismo que el comunismo,
el socialismo existía antes que Stalin lo usara sólo en este sentido… Cuando hablo
de una ideología totalmente desarrollada, que está de cierta manera “politizada”,
por decirlo así, que está desplegada en todo el cuerpo político, a esto se llega…
Para dar un solo ejemplo más, tenían en Alemania algo muy curioso y es algo, a
primera vista, muy ridículo, cada alemán para poder decir que es un alemán tenía
que probar negativamente ¡que no era un judío! Ahora imaginen a 70 millones contra
500 mil, y todo el mundo tenía que mostrar [quiénes eran] sus ascendientes… ahí
lo tienes, aquí tienes cómo una ideología se vuelve una institución en un Estado
totalitario y sólo entonces yo hablo de una ideología plenamente desarrollada.
P. [Inaudible]
H.A. No, no
la llamamos [ideología] …mire usted llama a todas estas cosas [ideología]… pero
una religión no es una ideología, todos estos términos que aquí utilizamos:
ideología, imperialismo, dictadura totalitaria, tiranía, etc. todos estos
términos se utilizan de una manera muy alegre. Ustedes han debido escuchar que
si alguien no transige, por ejemplo, algún presidente de una universidad está
en desacuerdo con los estudiantes, lo acusan de ser “totalitario” …bueno, lo máximo
que podría decirse es que está siendo tiránico, más allá no podría aunque quisiera,
simplemente no podría. Entonces debemos utilizar todas estas palabras de maneras
bien definidas porque, de otro modo, si lo hacemos de cualquier modo ellos se
aplican a tantos fenómenos que ya no tienen [sentido]… son como un paraguas bajo
el cual puedes poner cualquier cosa, y si no tienen ninguna ley, ya no sabes sobre
qué estás hablando en realidad. Cuando usamos un término siempre queremos saber
el verdadero fenómeno asentado en la tierra sobre el que hablamos, luego usamos
el término como una especie de clave, pero no podemos hacer esto si primero no lo
hemos primeramente emparejado… [con el fenómeno]
Sobre la
antigüedad del sistema de partidos
P5. [Inaudible…]
Mire, diré esto,
no lo sé pero diré esto: Las repúblicas y las democracias existían antes del
sistema de partidos. En la antigüedad, en América, en Francia, ¿sabe usted cuán
antiguo es el sistema de partidos?
P. Pensé
que el sistema de partidos se originó en Grecia
H.A. No, no
sé quién le dijo eso, el sistema de partidos se originó hace unos 130 años. Esos
fueron los comienzos del mismo y en realidad se desarrolló desde mediados hasta
fines del siglo XIX. Esa es la verdad del asunto, desde el momento en que habla
acerca del sistema de partidos. Una cosa que debe quedar absolutamente claro es
que estamos hablando acerca de un fenómeno muy reciente pero temo que es algo sobre
lo que no podemos debatir, porque alguien puede utilizar el término partido de
una manera muy ligera y entonces se aplicará de cualquier modo. Puede estar
hablando no sólo de la reunión (party, en inglés) donde vamos en la que
nos servimos unos whiskies, sino de que hay varias partes (parties)
interesadas, esto es, gente de diferentes [intereses] opiniones. Los partidos,
en el sentido de burocracias partidarias a objeto de hacer posible unas elecciones
para gobernar, y en el sentido de gobierno representativo es uno de los… [temas
más relevantes] y por favor traten de leer la historia sobre ello, a fin de quedar
claros sobre el asunto, no podemos aclarar eso aquí…
P7. ¿No
podríamos ver el surgimiento muy reciente de la burocracia partidaria nada más
que como un producto natural del fenómeno más histórico de los valores de clase
representativos, y específicamente de la representación con el propósito de ser
elegidos y para el propósito de lograr ciertos fines en un sistema
parlamentario?
H.A. En
realidad, en mi opinión esto no tiene nada que ver con el asunto de las clases,
dije que tiene que ver con la burocracia, y la burocracia se desarrolla desafortunadamente
por todas partes en cada aspecto de nuestras vidas y una vez que una burocracia
se ha desarrollado es muy difícil librarse de ella, pero una cosa está clara,
nuestro problema es el gobierno representativo y tenemos muy escasa noción de
lo que en realidad queremos decir por representación. Pero que estos métodos de
elección que tenemos, los cuales surgieron originalmente con el partido y que
luego se desarrollaron en una burocracia, este sistema electoral no es
necesariamente la única manera de elegir representantes, es una forma de hacerlo,
y sería valioso [explorar] otras…
Sobre el
sistema de concejos como forma representativa [min. 36:10]
Hubo otra forma
que se propuso, y esa es por supuesto el sistema de concejos que tiene un
principio completamente diferente pero que también tiene, dentro de sí mismo,
el principio de representación. Lo cual es necesario porque, como dije, en la
sala no cabrán todos, pero todos participan de una forma u otra. Ahora bien, si
este sistema podría funcionar no lo sabemos, cada vez que surgió estuvo lanzado
contra los partidos, particularmente desde la revolución rusa y todos los
partidos tienen una cosa, en principio cada organización tiene eso, que las
mantiene y es que no quieren desaparecer, de modo que los partidos lucharon de
inmediato por su propia pervivencia y sobrevivencia, y hasta ahora ya sea la
derecha o la izquierda ha derrotado esta otra posibilidad, pero esto no quiere
decir que [no] sea posible.
P8. Mi pregunta
se basaba en un fenómeno histórico muy reciente: ¿no son las críticas, y
ciertamente las críticas activas que usted nos dio [al sistema de] de partidos se
ha usado… [¿no se han visto?) como justificación para el surgimiento de los
sistemas fascistas y totalitarios en los últimos 20 a 30 años?
H.A. No lo
veo así, es decir, no niego que los sistemas totalitarios [lo hagan] pero hay
algo además que juega un papel más grande que el partido y son los servicios
secretos, pero no entremos en eso…
P9. Pienso
que ahora veo la conexión entre la afirmación de Jaspers y mi pregunta por algo
que usted dijo durante la conferencia, pienso que lo que intentaba decir es que
la gente que conecta historia y progreso, causalidad y dialéctica, lo que están
diciendo es que están tratando de describir un proceso y están diciendo que
este proceso tiene su causa dentro de sí mismo; no es esto precisamente lo que aquellos
que definen a la violencia como poder o definen a la violencia como una función
orgánica, ¿no es esto precisamente lo que están haciendo? Puesto que ellos no
están describiendo lo que es la violencia, sino que le están haciendo el quite
al implicar que tiene su causa dentro de sí misma y dejándola sin explicación.
H.A. Está
perfecto, es por eso que de lo que debemos sacudirnos en realidad es de todo
este pensamiento de procesos, eso es por supuesto lo que son, y sólo para remarcar
una vez más, estos procesos son casi siempre pensados como procesos biológicos
u orgánicos, como si cuando actuamos y algo ocurre que pudiera seguir de cualquier
manera estas leyes naturales, y sería verdaderamente importante…. Es muy difícil
hablar siquiera sobre estas cosas y eliminar, como trato de hacerlo, todas las
metáforas orgánicas porque se ellas se han colado a nuestro lenguaje. Es una
historia muy vieja que empezó en realidad ya con Aristóteles si no con Platón;
no es sólo una vieja historia sino que parece una salida tan fácil, pero si empiezan
a pensar sobre ello, fíjense, ¡es algo asesino!
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