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lunes, 5 de septiembre de 2016

Apuntes sobre “Los límites al crecimiento” (1972)

Por Hernando Calla (2013)

Antes de la crítica al desarrollo propiamente dicho, la crítica al crecimiento económico la inició oficialmente el Informe “Los límites al crecimiento” del “Club de Roma” (1972) cuya versión simple tenía como base un modelo de las tendencias en el uso de los recursos del planeta (y sus efectos secundarios) y sus cruces con el crecimiento de la población mundial (capacidad de carga del planeta).

El análisis incorporó  las tendencias de crecimiento de 5 fenómenos interrelacionados en el tiempo y su proyección futura: la producción industrial, el crecimiento de la población, la producción de alimentos (o desnutrición creciente), el agotamiento de los recursos no renovables y la contaminación ambiental.

La conclusión del Informe: si no se frena rápidamente la producción industrial y el crecimiento de la población mundial, ambas tendencias “chocarán” provocando un colapso (caída abrupta de ambos) dentro de los próximos 100 años; en otras palabras, la humanidad se habrá chocado con los límites al crecimiento.

Incluso duplicando los recursos disponibles o reduciendo considerablemente la población solo difiere para más adelante lo inevitable (el colapso)

Fue uno de los primeros informes globales en hablar de una “condición” (no decía “desarrollo”) de equilibrio global ecológico y económico “sostenible” a futuro (esta idea de un posible equilibrio global  contrasta con la idea de un crecimiento infinito)

Sin embargo, el Informe concebía este “equilibrio global” en términos de una reducción de la producción industrial de bienes, pero proponiendo a cambio ¡un crecimiento ilimitado en la producción de servicios!

Extraigo algún párrafo relevante:

“La población y el capital son las únicas cantidades que necesitan ser constantes en el estado de equilibrio. Cualquier actividad humana que no requiera un gran flujo de recursos irremplazables o produzca una grave degradación ambiental podría continuar creciendo indefinidamente. En particular, esos emprendimientos que muchas personas catalogarían como las actividades más deseables y satisfactorias del hombre – la educación, arte, música, religión, investigación científica básica, atletismo e interacciones sociales – podrían florecer”.

Esto es importante pues, como veremos más adelante, Iván Illich cuestionó esta supuesta salida del impasse al crecimiento de la producción de bienes industriales mediante el crecimiento “ilimitado” de los servicios (mercancías inmateriales), pero antes veamos algunas implicaciones del hecho de no haber atendido las advertencias premonitorias del Informe del Club de Roma.

Algunas críticas a “Los límites...” y su reivindicación actual

Si bien el Informe tuvo repercusión mundial, no llegó a influir en una toma de decisiones de nivel político que pudiera frenar, menos aún detener, el crecimiento económico que se ha convertido en uno de los pilares sagrados de las sociedades contemporáneas. El Informe supuestamente:

- Subestimó la capacidad del cambio tecnológico para incrementar la provisión de alimentos y recursos
- Subestimó la capacidad de adaptación del comportamiento humano en respuesta a la escasez y los mayores precios de los recursos.

Sin embargo, 40 años más tarde, las implicaciones de un crecimiento descontrolado de la economía siguen vigentes:

- las invenciones tecnológicas (ej. energía nuclear) resuelven unos problemas, creando otros mayores (peligro de fugas de radioactividad)
- la capacidad de adaptación ahora requeriría un múltiplo de las inversiones económicas para prevenir y contrarrestar la consecuencias del cambio climático
- el cambio climático podría ser el principal fenómeno de evidencia incontrastable de “los límites del crecimiento”.

Los Informes sobre el “cambio climático”

El Informe del Club de Roma no tenía aún un diagnóstico y anticipaciones sobre el llamado “cambio climático” o el calentamiento global.

Los informes del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático auspiciado por la ONU, son un análogo de este primer Informe sobre los límites de la biosfera al crecimiento industrial.

Extraigo algunas conclusiones de estos últimos informes del IPCC:

"Hay una confiabilidad muy elevada de que el efecto neto de las actividades humanas desde 1750 ha sido uno de calentamiento (2.2). La mayor parte del incremento registrado en las temperaturas promedio globales desde mediados del siglo XX se debe muy probablemente al incremento registrado en las concentraciones de GEI (Gases de Efecto Invernadero) antropogénicos. Es probable que haya ocurrido un significativo calentamiento antropogénico durante los últimos 50 años promediado para cada continente (excepto la Antártida) (2.4).

Las emisiones globales de GEI provenientes de las actividades humanas se han incrementado desde tiempos pre-industriales, con un incremento del 70% entre 1970 y 2004 (2.1)

Las concentraciones atmosféricas globales de CO2, metano (CH4) y óxido nitroso (N2O) se han incrementado marcadamente como resultado de actividades humanas desde 1750 y ahora exceden de lejos a los valores pre-industriales determinados a partir de núcleos de hielo (ice cores) que (corresponden a períodos que) cubren muchos miles de años. (2.2)

El efecto invernadero

Comentario sobre el efecto invernadero: ¿alguien podría explicar de qué se trata o si es algo intrínsecamente negativo?

Copio la siguiente explicación de algún sitio web:

“Los científicos han sabido del efecto invernadero desde 1824, cuando Joseph Fourier calculó que la Tierra sería mucho más fría si no tuviera atmósfera. Este efecto invernadero es lo que permite que el clima terrestre sea vivible (soportable). Sin él, la superficie de la Tierra sería unos 60 grados Fahrenheit más frío (unos 18 grados centígrados bajo cero). En 1895, el químico sueco Svante Arrhenius descubrió que los seres humanos podían ampliar el efecto invernadero produciendo dióxido de carbono, un gas de invernadero. Dio así la señal de partida a 100 años de investigaciones sobre el clima que nos han dado una comprensión sofisticada del calentamiento global”.

Y si quisiéramos hacer el intento de entender el fenómeno físico mismo, les copio un resumen del artículo de la Enciclopedia Británica que encontré en un texto de Jean Robert:

“Al penetrar en la atmósfera, la luz solar está predominantemente compuesta de ondas de amplitud corta y mediana (rayos ultravioleta invisibles y luz visible). Al alcanzar la superficie de la tierra, estas ondas son en gran parte absorbidas por cuerpos opacos y son transformadas en calor. Al calentarse, estos cuerpos irradian a su vez rayos infrarrojos, que son ondas invisibles de larga amplitud. En el camino de regreso hacia el espacio exterior, estas ondas largas chocan con moléculas “grandes” de ciertos gases disueltos en el aire (por ejemplo, las moléculas de agua y de dióxido de carbono, que son más grandes que las moléculas de nitrógeno y oxígeno, principales constituyentes del aire) y las hacen vibrar, lo cual equivale a decir que las calientan. En pocas palabras: los cuerpos opacos de la superficie transforman las ondas cortas y medianas en ondas largas absorbidas como calor por las “moléculas grandes” de ciertos gases. Estos gases de “moléculas grandes” son los que se llaman los gases de invernadero…”

Veamos qué dice otro amigo mexicano conocedor del tema:

“El llamado Efecto de Invernadero tampoco es algo nuevo. De hecho, es tan viejo o más que la vida en el planeta Tierra, pues ésta nació a partir de que la Tierra lo tuvo. Sí, una vez que el planeta amainó en su hiperactividad inicial pletórica de gigantescas erupciones volcánicas y una vez que la corteza terrestre originalmente líquida e ígnea se solidificó, tras cientos de millones de años, la combinación de agua líquida y su vapor gaseoso por el calor, le formaron una especie de “cobija” que por ser el vapor de agua –así como el bióxido de carbono o el metano- gases que son menos transparentes a las radiaciones de calor infrarrojas (como el calor que deja la insolación cada día en el suelo y la atmósfera). Ese calor que ya no escapaba tanto al absorbente térmico que es la negrura nocturna del espacio interplanetario, ese calor residual que permitía que las noches no fueran tan heladas (como lo son las del desierto con su aire tan seco)  fue uno de los factores que alentaron primero y luego permitieron la vida y su desarrollo  durante los milenios que siguieron. Es decir, sin ese “Efecto de Invernadero” primigenio, la vida no se hubiera desarrollado” (José Arias, 2008)

O bien más sencillamente apuntado por Jean Robert, el amigo de Iván Illich:

“El principal gas de invernadero es el vapor de agua disuelto en el aire. Gracias a su capacidad de absorber los rayos infrarrojos, la atmósfera tiene una temperatura promedio de 15 grados centígrados sobre cero en vez de 18 grados bajo cero que tendría sin ella. Después del vapor de agua, el dióxido de carbono (CO2) es el gas de invernadero más abundante. Sin embargo, a diferencia del vapor de agua, una parte creciente del dióxido de carbono es producida por la acción humana, ya que todos los procesos de combustión, naturales e industriales, lo emiten…” (Jean Robert, 2000)

¿Algo bueno que se vuelve malo?

Ahora bien, si el efecto de invernadero en sí es benéfico, ¿por qué se habla de él como el causante de un calentamiento global que tiene consecuencias negativas?

Por lo visto, se trata de un “efecto de invernadero” adicional provocado por las “actividades humanas” relacionadas con la “revolución industrial” que empezó a provocar un aumento de las emisiones de CO2 (uno de los gases de efecto invernadero) ya desde mediados del siglo XIX al punto que “Los límites...” anticipan que hacia mediados de este siglo la cantidad de CO2 en la atmósfera se habrá duplicado respecto a su nivel hace 2 siglos (Otros gases de efecto invernadero cuyas emisiones han aumentado con el crecimiento económico son el metano CH4 y los clorofluorocarbonos CFC).

“Este [efecto invernadero] ha provocado, primero, un casi imperceptible pero determinante calentamiento global, que a su vez, es el motor del actual y cada vez más claro desequilibrio del clima que vivimos en todo el planeta, que da cada vez más constancia de él a través de las acentuadas sequías o inundaciones, del incremento en el número y la intensidad de tormentas y ciclones, en la pérdida de la cubierta de hielo acentuadísima y notoria tanto en los glaciares de las montañas como en los casquetes polares que van disminuyendo a la vista y también en efectos como el incremento de los “hoyos en la capa de ozono” de ambos hemisferios (algo más en el Sur) y todo lo que ello conlleva: incremento de cáncer de la piel, cataratas y ceguera en humanos y animales, cambios genéticos en animales y plantas y más calor que llega al suelo terráqueo..” (José Arias, 2008)

Se podría entonces decir que el “efecto invernadero”, más allá de ciertos límites (cierta cantidad de vapor de agua H2O, CO2 y otros que se corresponden con los 15 ºC de temperatura promedio de la atmósfera terráquea), se vuelve negativo al provocar una serie de desequilibrios en el clima terrestre que son cada vez más perceptibles por los sentidos.

¿Si algo es bueno, más de lo mismo no es mejor? Mèden agan, decía la Pitia de Delfos, nada en exceso; toda cosa buena sólo lo es en su justa medida, según su justa proporción, dentro de determinados límites...este es uno de los principales leit motifs en la obra de Iván Illich que, sin embargo, sobrepasan la intención de estos apuntes sobre “Los límites al crecimiento” del Club de Roma (1972).

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